ENSAYOS + POESIAS + CUENTOS + Anecdotas

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domingo, 16 de diciembre de 2007

noches de soledad-serie

En el vasto cielo tintinean
los tristes versos

En mi pecho el hueco del
poema del adiós y el final
quedan fotografiados

Llevan al temor, a mucho mas
al encuentro con la muerte
al cantar,
se prolonga
en un sutil despertar

No entiendes nada en realidad
no me debes nada ni en la
prosperidad

En el vasto cielo suenan
los tristes versos

Huye de mi tiempo mi buenaventura
nunca perdí nada sin antes postrar
mi bravura

Que silencio convence al mar
me siento en la orilla escuchándome
confesar.

A tu adiós, a tus pasos, que sucumbieron
Un amor que nunca tuvo lazos de eternidad.


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Tan triste el recuerdo de escuchar
tu voz de artemisa

tan difícil olvidarte en mi sumisa
camisa de ñandutí negro y sal

ahora que estas de mi tan lejos
aun solo ya callado el pecho.

Invoca los recuerdos de ese
Murmullo tuyo viejo.

Que abandono la sonrisa
Por la penumbra y el sabor De tu boca se perdió en la llanura

parte2

En uno de esos días tropecé con el anciano en su búsqueda, y este, aulló al presionar los dedos de sus pies con mis zapatos de gamuza beige como las paredes de la librería, obviamente quede a palmearlo por la espalda mientras arremetía contra mi mismo por ser participe de ese accidente, en voz alta tratando de humillarme para que el librero quede satisfecho, pero en el fondo no importaba mucho ni el pie del anciano y mucho menos humillarme repitiendo que tonto soy.
Salía buscando su aire, ya sin esperanzas de encontrarla en la playa que se volvió calle, respiraba al invierno, confuso y sutil. Fui caminando tomando el camino mas largo a casa, imaginándome su rostro en cada faro del alumbrado publico, cruzando avenidas y calles perdidas, como inventando ciudades y a sus habitantes.
Al llegar, a la casa, frente a la puerta, sentí el zumbido de la realidad que me descoloco en las persianas semi abiertas mirándome desde adentro, y se abrió sin darme cuenta, cuando veo a Soledad, decir

-Te llame, y no respondiste, como siempre.

Con las manos en la cintura y vestida con el camisón azul con flores amarillas, solía ocurrirme que la imaginaba en medio de un circo haciendo piruetas para viejos verdes, que tiraban billetes de 10 mil en busca de su satisfacción visual.

Respondía generalmente con paciencia y de un tono de voz amable y sumisa.

-Es que venia en el 23 y no escuche, mi vida
-Esta bien mi sol, confesaba con complacencia.

Solía seguir prontamente con un beso lleno de pasión mas que de amor, ella sabia que en noches como esas convertíamos el dormitorio en un campo de batalla, en una lucha de a dos, sin tregua y sin descanso, en mano a mano sin ellas, convirtiendo la cama en el ring principal, pero no en el único. Creo que por ello nunca me ha puesto entre la espada y la pared con respecto a esa rara manía que tenia de desaparecer ese tiempo. Quizás estaba satisfecha corporalmente más que emotivamente, quizás estaba como yo, y ella también tenía sus momentos de disolución de esta relación intrépida y sensualmente feliz por fuera. No es que no la quería, la admiraba, era hermosa y una buena madre de clase media, pero no satisfacía las inquietudes de mi corazón, si lo hacia en la cama.
Generalmente después de hacer el amor con Soledad, nombre del cual su madre se había arraigado después de haber tenido una decepción amorosa en la década de los 70 cuando el auge de los hippie y el boggie andaban correteando a escondidas por las calles de la Asunción “de naranjos y flores”, de caperucitas rojas y grupos esporádicos de comunistas leninistas. Comía, si, el hambre era una de esos placeres post-orgásmicos que tenia, eran varios pero este era como el de mas intensidad. Me sentaba sobre el mueble de la cocina viéndola prepararme algún que otro sándwich de tomate y queso con la camisa azul marino que había usado en mis horas laborales que tiernamente fue transmitida hasta ella para que los vecinos no notasen las pecas de sus senos, su piel irradiaba la suavidad como hecha de seda y tulipanes rosados escondidos celosamente en jardines occidentales, con sus cabellos húmedos caídos hacia la frente, se veía tan sensual, tan mujer.
Retuvimos mucho la transmisión del calor de nuestros cuerpos así que el frió ya no luchaba en adentrarse en nuestras médulas. Compartíamos ese momento mientras ella tomaba un vaso de agua de la canilla, mirándome, hablándome con los ojos, llenos de deleite. Sabíamos que todo se reduce a unas horas a un poco de pan, a la luz que ensucia el amanecer en el secreto del silencio que envuelve las escasas razones, los pequeños infiernos. Los días eran recurrentes a veces, jugábamos a ser una familia sub. Urbana en meriendas y cenas con amigos y sus parejas correspondientes, vaya, que eran cenas, donde dominaban mas vinos y cervezas de diferentes marcas, nacionales e internacionales que comida, terminando peleando y deseando a la mujer del otro. Gracias a la apertura de los sentidos por medio del alcohol.
Ahora bien, el rostro de Maria era la que dominaba todo el circuito de mi mente, a pesar de esos momentos de ensayo de familia en una escenografita compuesta y casi sofisticada. Los fines de semana eran eternos, no sucedía como ocurre con muchos paisanos míos citadinos, que lo único que deseaban era que el fin de semana se prolongue aun mas para reforzar los instintos carnales y viciosos, a veces en el afán de reposar por un rato mas y despertarse a las 12 del medio día para frenar lo cotidiano, lo robotico, yo deseaba adentrarme a un vulgar lunes y saber que de allí en mas tendría mis encuentros clandestinos durante 4 días mas con ella. Ansiaba el mar de micros y personas sudorosas que aromatizaban el ambiente en un javorai de perfumes falsificados y a cuerpo. SAbia aun que el sentimiento que me ubicaba junto a ella era solo el hecho de pensar en ella, y que nunca, el destino nos uniria en aquel paseo por la playa paradisiaca del Pacifico. quizas en algun momento fuimos uno, pero no era suficiente mis reverencias hacia ella para seguirla y hacerla volar.

con todas las letras-cuento.parte1

Librería con olor a viejo, titila el hábito cortesano de sus invitados, colados, como el fluorescente del cartel de la calle, que caía muerto, que ironía, era un julio frió, donde la gente usaba la única campera gruesa de corderoy comprada en verano, en alguna liquidación de shopping, tal vez para algún viaje hacia el sur que nunca tuvo salida, o simplemente para rellenar esos espacios vacíos de ropero y profesar a tener más. Volaban estáticas bufandas prolongadas, multicolores y pavorosamente gruesas que formaban parte del cuerpo trepadas como serpientes vivas. Ingrese tácito como siempre a la Librería, en realidad siempre ingresaba como fantasma a las tiendas y lugares públicos, espiando y jugando a ser espiado, mis pasos eran consecuentes y parecía siempre saber hacia donde iba, cuando en realidad, era que me encontraba perdido desde el cruce de los detectores antirrobo y guardias de seguridad.
Escondida entre las paginas amarillentas de los libros de compra-venta posaba como estorbo, Maria, una chica risueña y fina, de cabello castaño y lacio, que leía a García Márquez en la misma plaza a la misma hora todos los santos días, y en los endemoniados también. Sobre ella posaban pósters de ediciones de la década del 50, alguna que otra foto ya despintada de algún héroe de guerra, frases fanáticas de lectura, y sus consecuencias, acompañadas por caricaturas de escritores latinoamericanos que nadie conocía por rostro. Vestía formalmente y de colores oscuros, cualquiera diría que era fanática de alguna de esas iglesias llena de tarados esquizofrénicos que ven un punto en el cielo y en masa se prenden fuego.
El librero era un hombre anciano que propagaba aroma a polilla y masajeaba una esfera de goma amarilla que lo ayudaba a circular la sangre por su ya desbastado cuerpo insignificante, bueno a todos nos tocara. Solía darme cuenta de cómo miraba a Maria, con desconfianza y de reojo, con placer y sometimiento. Sentía celos. Maria rozaba sus manos buscando encontrar la energía de los libros sin descubrir sus palabras impregnadas, olía siempre a libros y a papel de arroz, exquisita, de una mirada tiernamente conmovida por la ultima novela de amor que posaba todavía en su cama de sabanas blancas y ositos de peluche, quizás su única compañía desde hacia ya muchas noches. Sus movimientos parecían practicados y perfeccionados, desde el de sus dedos finos como agujas hilando las hojas de papel, hasta el de sus pies que jugaban al tobogán subiendo y bajando, con un estruendo aparatoso del cartílago del tobillo, le producía cierta satisfacción, se notaba que era el único deporte que practicaba.
Yo parado, detrás del escaparate con la misma revista de ayer, intimidado por los libros gruesos y discos de vinilo que ni el mas sordo de los hombres escucharía, no porque eran de malos autores o por su contenido, sino porque su calidad se había diluido en el tiempo de evoluciones tecnológicas, tenia el mp3 encendido en el bolsillo que gritaba su presencia entre mi pulóver azul marino y mi bufanda negra, repitiendo el eco de la melodía del chill out retorcida con tango y blues.
Solía ocurrirme que siempre parado allí, en ese metro cuadrado perpetuo, “sonaba” el teléfono móvil agitándose entre mis piernas, siempre a la misma hora, siempre la misma voz, y siempre la misma respuesta, el mismo tono, el mismo buzón de voz. No contestaba por temor a encontrar la atención de Maria, era feliz en esos 15 minutos de transparencia, disfrutándola. Además que era caer en un recurso fácil para que me observe, aunque siempre se me batían los músculos del muslo y era una sensación desagradable para la ocasión y el momento mágico.
En momentos solíamos cruzarnos la mirada, y mi corazón se aceleraba como pique en Aratiri y no solía frenar en las curvas, quedaba perplejo y anonadado, encantado, desviaba la mirada hacia la misma revista de ayer, tan aburrida tan desapercibida y volvía al punto de partida. Conquistaba las pocas palabras que asimilaba dibujando con los ojos la figura de Maria, su rostro sus manos sus pies. Como un ñandutí azul tejía mariposas alrededor de ella, la hacia flotar de entre los libros y recordaba el mar que yacía desde hace tiempo en mis recuerdos y que absorbía el invierno aparente de la calle trasladándome a alguna playa paradisíaca del Pacifico, tomados de la mano, Maria y yo. Despertaba con el chasquido amorfito del librero, y con los ojos para adentro discrepaba el hecho de hacerlo de esa manera, y cazaba con la mirada todo el perímetro de la librería, cuando denotaba el Plas! de la puerta de ingreso. Y la ausencia de Maria.

martes, 11 de diciembre de 2007

introduccion al Paseo de la ... y ...

introduccion al Cuento El Paseo de la ... y ....
Pagina 98
2008

"surget et ambula"
mas vulgar como exitoso.


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toc toc...
canto el miercoles...
Amor?


tus mismas sensaciones se perdieron
cuando diste vuelta en el cielo...


tu mismo puerto se mudo de orilla...
y pretendes que te busque
mirando desde una escotilla...

ahora resulta que soy yo
el dueño de tu desgracia...
sin que tu misma gracia
sea la protagonista...
de tal falacia.

Mientras las arenas de la playa cambian
cambia el corcel y el atardecer..
cambia el ego y el mundo entero...

su ego mayor fue la importancia
y se olvido luchar por lo que
era su vestidura... que en realidad
no le importaba una verdura.

Palabras de otros la convencieron
y como tantas cosas sin lazos fueron
a parar a la basura y a una esquina
de cartonero.

mi fuerte es el tiempo y la notable
configuracion de tus palabras
ya no existen, quizas prosiguen
en una vuelta carnero.

hoy ya mis manos
son frias a tu tacto...

tomate un pacto con tu nuevo hijo
y marido, riete en estas rimas
que dejan de serlas cuando uno
las imagina.




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viernes, 16 de noviembre de 2007

Arquitecto de barajas

El arquitecto de las barajas
En pareja intensidad pinto su dormitorio en un negro noche, noche de esas veraniegas donde uno puede alcanzar las estrellas con la vista miope y se pone a jugar con la geometría descriptiva buscando monstruos o ángeles pegados con UHU y papel celofán. Lo hizo en un despertar desequilibrado por un sueño profundo que ahogo sus caderas con las contracciones constantes del frió y unos veinte puchos de desvelo que inundaban el dormitorio con olor a Lucky. Tomo una brocha como lo hace cuando hace el amor con su mujer de momento, salvaje, intenso, sin motivación final, inventando una selva donde su rol era el de sobrevivir a sus ideas que mutaban como los ladrillos galopados por las manos que perdieron el sentido al tacto, ciego y versátil. Hizo desaparecer los límites funcionales de los objetos que flotaban, en su movimiento de evitar ser alcanzados por la pintura black, inventando quizás nuevas formas de apoyo y rompiendo el Momento Físico.
Tomo una tijera y desfiguro en rectángulos los cerramientos verticales y horizontales del dormitorio, lo hizo en varios tamaños siempre compitiendo con el aburrimiento de las formas clásicas, desprovisto de cualquier rigidez intelectual o emocional. Liberado de los estorbos de las fidelidades, de los códigos de comportamientos estrictos, era la disolución del ser, incrusto dibujos consecuentes a sus animales de ropero y burdel, recordó las imágenes urbanas de personas como entes arquitectónicos, porque la arquitectura es una de las artes que es impuesta sin mucho preámbulo, como las personas que se cruzan en nuestros caminos y retumban nuestras horas de baño y sueño.
Desfiguro el formato del juego, soltando una risa con tono político y antiburrocrático, recordó a la vez la eterna soledad de sus ganas de compartir sus fantasías, de los desamores que tocaron el fondo de sus moléculas y que tal vez destruyeron sus normas clásicas de amar.
Anticipo la disciplina del que algo que no es, pero que puede llegar hacer, típico de ilusos como el y encendió un cigarrillo, el veintiún, mientras el humo se mezclaba con la visualización de su producción pictorica, -si estuvieses aquí pensó en voz alta-, casi con la fuerza de tono de sus conversaciones solitarias de entre yo vs. yo y supuso que su locura se canalizo en forma de arte por las paredes desmaterializadas de su dormitorio, creo su espacio y contribuyo a la arquitectura mental de conceptos posmodernistas.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Te acaricio el cabellos intentando captúralos entre mis dedos finos mientras pronuncio como te deseo, me acerco a ti en una vertiente milimétrica colocando mi pierna entre las tuyas y compartiendo el mismo aire, lo hago contra la pared que debido a la presión cede un poco y se desplaza todo el dormitorio, mientras abro tus brazos entre mis dedos y los separo de tu cuerpo, atajándolos fuerte mientras rozo mis mejillas con las tuyas en movimientos verticales y horizontales, lentamente hasta marcarnos el rostro, lo recorro con mi boca, húmeda recorre por partes tus labios, mientras presiono mi dientes en la ultima parte del labio inferior... estirándolos hacia mi, lo hago acompañado con mi nariz, desde tu frente hasta esos pequeños lunares que posan inadvertidos, incluyendo tu nariz... y te huelo los ojos pestañas con pestañas..Te invento unos labios de miel donde te bese.. Te desvisto sin prisa pero con torpeza, desnudándote un poquito mas que siempre., sin dejar de besarte, te voy quitando la chomba (así lo imagine, se supone que es tu pijama) mientras sonrojada colocas los brazos hacia arriba dejas con un poco de vergüenza que lo haga, mientras te quito la ropa te rozo los labios por el cuello. mientras te quito el sostén.. mientras lo devoro... rodeándolo.. y dibujando figuras geométricas inexistentes... subiendo de nuevo hasta tu oreja izquierda, el mismo recorrido hasta tu oreja derecha... dejándote escuchar el susurro de mi respiración acalorada ...hasta que seas solo piel...hundo las puntas de mis dedos en tu espalda presionando hasta llegar debajo de tu piel... te muerdo el hombro, voy de hombro a hombro... pasando mi boca por cada hueso de tu clavícula, descubriendo otros. Hasta formar una línea zigzagueante tacita... lo hago por todo el dormitorio
Te transporto a la cama, y te acuesto sobre las sabanas sin soltar tu boca, tomo tu cuello con una mano..y araño sutilmente tus brazos hasta tus manos.. dejo que nuestras piernas se enreden en un bosque infinito y tácito…y nuestros pies se besen en estiramientos guiados por mi muslo... de unos movimientos pendulares y sin permiso, dibujo con mi nariz el contexto de tus pechos sin tocarlos, recorro cada rincón de tus costillas estirándote la epidermis con la boca , cuando llego a tu ombligo, y lo muerdo, lo voy soplando a su alrededor.. con un casi contacto... permanente, nos arde la sangre que juega a fluir en un viento liquido de verano siguiendo la energía de Hungarian Rhapsody de Litz que mata el silencio, mientras me deslizo sobre tu espalda desde la nuca hasta tus tobillos.. de norte a sur, de este a oeste... diluyo mi sudor con el tuyo y se hacen uno, hasta la magnitud de un mar de dormitorio, mojados en un paseo irreal de lugares exactos, te marco con ardor la piel, en movimientos de humos y vapores de rotaciones ciegas llenando los espacios vacíos de la cama hasta ir donde convergen tus ojos de orbitas irregulares… Recorro con mi lengua tu vientre explorando cada poro con restos indecisos de presiones escuchando el latir de tu pulso que se pierde en el rubor tenue de la vela blanca que nos espía... muerdo los huesos de tus caderas, y mis manos resbalan por cada parte de tu torso mientras tus pies tiembla de intensidad. Destrozo los soportes de hierro de la cama hasta llegar al piso, en interminables repeticiones entrecortadas con innombrables sensaciones acariciándote la risa y los gemidos encontrados en infinitas formas y poses inventadas en el dormitorio. Sin instrucciones claras.
Llegamos a la quietud de los movimientos y ...

Te visto solo con mi cuerpo mientras te abrazo en un despertar sin tiempo. Y te dicto una fábula con mis ojos de como te amo...
“Tal vez mañana
En tempranas claridades
Te sienta de repente al despertarme.”

viernes, 9 de noviembre de 2007

Recuerdos

Cigarrillo inquieto, indolente
trovas de ayer,
obras del tiempo
Despoblado, espero ver




Transeúntes

Suicida el pie,
demanda al día
Sale corriendo,
se dilapida
Buscando la vía.





Tuyos

Ojos claros
perilla inclinada
manos disecadas,
Tus parajes exactos





Esperando

El mate refrigerado
espera tu vuelta,
La tonadilla, un después
tu compañía al andurrial



Tu afluencia

El marco deslumbró
el cruce de tus aristas
Conmigo dentro,
me convertí en cronista.











































Gritona

Grita la luna
¡Cállate la boca!
Grita tu ausencia
¡muerte a tu voz!.












































Eficaz

Tribu ausente
Individuo tectónico
Partes elementales
Tuerca humana
Asesino de tiempo

























































































Fantasmagórico

¡Plas!, ¡plas!,¡plas!
¡Que insuficiencia de vocablos!,
el folio arde y el fantasma, sonríe












































Títulos de hoy (resumen)

Recuerdos transeúntes
Tuyos, esperando
Tu afluencia,
Gritona y eficaz,
Mi Alimento fantasmagórico

lunes, 5 de noviembre de 2007

Una mañana cualquiera

Mañana Cualquiera

El día empezaba temprano con el canturreo del personal del aserradero que se ubicaba detrás de la casa, sus maquinas difuntas aun, desaceitadas y llenas de hollín proponían el inicio un día laboral normal. Solía observarlos desde mi ventana cuando pesaba la visualización de que formarían una flota de piratas queriendo invadirme con sus garras y filosas hojas de acero, con sus cables jugando a ser lazos, tomando como botín mis ultimas palabras pronunciadas en al noche anterior y tal vez la venidera. Sonreía después de imaginarme eso y discrepaba mi equilibrio mental repitiendo movimientos consecuentes de un lado para el otro con la cabeza, que adornada de cabellos encerados por la almohada entonando su veneración hacia el techo; no ayudaban a verme muy lucido, bueno, que se podía esperar si eran las 6 am de un lunes; tan vulgar como exitoso me sentía. Como dormía con ropa puesta no había necesidad de mirar al ropero que tendía a ser un caos de transito en horas pico de alguna ciudad jugando a ser cosmopolita. Paseaba en el dormitorio buscando algún que otro freno a mi ansiedad e imitando una defensa para la invasión de los piratas-obreros del ese barrio.
Obviaba la voz de Humberto Rubin que comentaba sus malos chistes matutinos en la radio, y así quizás ganarse la sonrisa hipócrita de algún radioescucha, el ruido de la Pc se propagaba por las paredes del dormitorio, hasta perderse en tejuelon lleno de telarañas y sueños, a veces pensaba que carajo hacia escuchándolo? -después me motivaba la idea de que quizás ya estaba domesticado a su voz, ya casi como 5 años que lo hacia sin darme cuenta de ello, el equipo de sonido Philips tenia ya sus años, y un personaje de radio estaba dentro de el mas de lo que debía.
Atropellaba el marco de la puerta con un zigzagueante salto para huir del metro cuadrado con olor a dormida, jugaba a ser línea mientras me proyectaba entre el pasillo largo y profundo, siempre paralelo a mi propio temor de colapsar con la pared donde terminaba. Justamente allí, posaba un espejo empolvado donde mi figura se parecía mas a una gran mancha sucia en su superficie mas que una proyección humana.

Mientras desayunaba tomaba el pan y lo aplastaba, me daba cierta satisfacción y placer hacerlo, se convertía en un ritual sin fundamentos étnicos ni religiosos, pero contenían esa importancia, observaba al café diluirse en el agua ardiente sin despedida, era una de esas historias de amor donde dos en realidad se vuelven uno, como siempre, me salía amargo, como el amor. Todo tiende a tener el mismo significado con esos pensamientos perpetuos. El ritual se prolongaba cuando tomaba uno de los frascos de café, cocido u otro que contenga etiqueta alguna, recorría sus términos y elementos, sus combinaciones químicas y alguna que otra ventanita de información al usuario, entendía el 20% de lo escrito, pero me sometía a la aventura de conocer lo que ingresaba en mi organismo. Sonreía con falsedad. Como lo hacen los sabios contemporáneos, que creen saberlo todo, mientras no se despegan de la TV y la computadora personal y piensan que porque tienen mil libros en su biblioteca personal saben mas que Google.
Mi tiempo espacial en la mesa era escaso, anteriormente lo prolongaba mas, cuando ella estaba conmigo, es que me daba cierto gozo observarla con su camisón de florcitas diminutas turquesas, mientras preparaba su mate amargo y dispersaba en el aire su voz de porteña arrepentida, intentando hilar una conversación, era una amante del mar, así que mi tierra mediterránea no era lugar para ella, y quien soy yo para que deje de amar al mar.
Levantaba la vista y volvía al mismo sendero del dormitorio, repitiendo el paseo de la ida, pasaba enfrente a la ventana desnuda y cerraba las persianas, dejando atrás al aserradero, a los obreros, a las voces y sumergiéndome en mi sueño.

soledad

Sentada sin lugar, hacia música
que inventaba un silencio
mas allá de lo audible,
permanecía quieta en su destello.

Su guitarra, su instrumento
que a su contacto exultaba
los misteriosos marasmos
de mil noches y un infierno

quizás, sus pasos son los que
abrazaban al mar, en medio del trueno,
de un desapercibido que profano el cielo.

Y Embriaga su vientre contra esa guitarra,
mientras reproduce su sueño y nos va leyendo un cuento,
donde sus manos relucen bajo la dulzura
del ultimo intento, cuando las cuerdas danzan
en el vacío del murmullo de recuentos.

el sonido era como el árbol
exponiéndose al viento, como el
hilo de un cometa que se enredó al aire
y que nunca llego al suelo.

Deja una frase abierta que va tragando nubes
Mientras su obsesión dejo de ser la orilla, para alejarse
En su imaginaria y noble travesía.

Diálogos de 00:00

Se perdió en la noche tacita,
encontrándome
en mis nubes de plata y ron.

Dijo calladamente –quiero ver tus gestos,
Y Observó, en busca de sus imágenes
dibujadas en cartón.

No sabía, que me alimentaba de ella
Vorazmente, Con cada palabra imaginada
Entonada de sus labios de cantora fría y delirante,

Sediento como esta pluma
Como el iceberg azul y el terciopelo.
Jugando a ser un punto en su cielo.

Profunda, ella, como el océano que se va perdiendo
en la oscuridad de su propia sombra
que nos hace común
en un minuto, en unas horas.


…Dijo calladamente –eres vanidoso con tono
Crítico y pertinaz,
Una sonrisa mía apareció y se disolvió en un quizás

Nombro: viernes; sábado; domingo, lunes y martes,
Y el canoro disonante lucho pataleando para ser como antes,
Y logro su libertad.

Para seguir, Dijo calladamente,
-quizás no me encuentres mas,
Y acabo partiendo desde el comienzo del final
Que la noche siempre quiso evitar.

el dialogo quedo en sus ojos inexplorados
y su paciencia ceso, ceso y con un grito
muerto me dijo adiós.

Dijo buenas noches y se difumino.

Cuento de la baldoza

Como cuenta la hormiga que al pasar una de las aristas de la baldosa de 20x20 en busca de finiquitar el cansancio de devorar sus sueños a la que siempre estuvo subyugada, se siente envejecida ya que se dio cuenta al fin, de que había perdido parte de su existencia útil ocupando su tiempo a esas pequeñas cosas que nunca la satisficieron, a discreción va por el cruce a destiempo de sus colegas que la miran con descuido, hacia el encuentro de aquellas hojas cóncavas y convexas del pastizal que nunca vio, allá donde el viento sutil las hace danzar como si se tratase de un ritual de otoño. Pretende no dar tantos pasos seguidos para no dar tormento de su huida cotidiana, no por lo que dirán las otras hormigas, sino para sentirse mas segura aun de que el camino todavía no ha empezado. El perfume de la cera advierte el perímetro repetitivo de la eternidad material y ella lucha, lucha haciendo un poco de geometría plana y calculando la velocidad del viento cuando su presencia en la punta de una de las hojas se salga de los limites virtuales a la cual siempre estuvo reducida, colorea su imaginación dándole un poco de color verde a su sueño, a veces es amarillo otras azul, y ni que decir a las otras hormigas que encontraría ahí, con grandes vestiduras y robustas por la abundancia infusión de agua del manantial que hace de cordón umbilical entre el cielo y la tierra. Ha pasado mucho tiempo y las dilataciones superficiales que ha pasado la hormiga se han perdido en su cuenta por las repeticiones, confiesa su cansancio se torna confuso, inquietante sus ganas que martillan su cabeza invertebrada con las heridas labradas anteriormente, sus finas patas agujales titilan como el fluorescente que a su vez sirve como sol y luna al mismo tiempo, en ese mundo que en vez de reducirse tendiese a agrandarse cómo si el destino le jugara una broma lúgubre. se queda quieta ante la presencia norte de una alucinación de nubes y sol.
Crujiente se hace el viento norte al quebrarse con el roce que produce una pisada de zapatos negros, el miedo da vueltas sus ojos y la convierte en un producto de la forma y espacio perdidos, no sigue adelante por lo desconocido, da una media vuelta militar sin disciplina he intenta volver a lo conocido, a lo cotidiano, cuando otra pisada de contramano la hace contener en una baldosa insípida e incolora y sus tripas chillan cuando ella escucha como las hojas cóncavas y convexas la sonríen en la bienvenida de la muerte que le entrega un abrazo maternal... y sonríe.

se viene el cuento: el Paseo de la puta y el mentiroso.

viernes, 5 de octubre de 2007

letras absorbidas en mis noches.

Flegreos valles lago averno ciudad afligida


Comportamiento urbano

Quiebra y toma su instinto después de tragarse las leyes universales
de los humanistas anteriores a la historia...

Toma un vaso de agua potable, deja sus huellas en un camino sin sombras y
caza nocturna con anteojos infrarrojos cuando mata con palabras

Permanece quieto antes de atacar a la manada de imágenes pendientes,
y en ellas derrama sus flujos contaminados por el aire de su producción,
Hecha en alguna noche olvidada en el tiempo.

Nace y muere mil veces en Asunción, su caverna de lugares inexactos donde
recorre el territorio en busca de sedientas espacies en extinción
Consume mil libros y una poesía, y espera lo inevitable


Te extraño

Al derramar los claveles sobre el lienzo antiguo de mi ventana
Y te vi de nuevo ojos de platino..

TE EXTRAÑO

Sentado frente a esta laguna de circuitos cuadrados
y de letras desparramadas en el piso que intenta sostenerme

TE EXTRAÑO

En las noches de danzas intermitentes entre luces continuas
Que dibujan tu rostro en el perímetro de mi cuarto

TE EXTRAÑO

Escucho tu voz en un instrumento inventado que sigue la
Sinfonía de la lluvia que cae sobre esta tierra

TE EXTRAÑO


en mi llegada precipitosa de todas las noches, como la espera
del mar antes de tragarse al sol en compañía de media hora
Y mil noches y un último escenario.

TE EXTRAÑO

Y el roce de tus mejillas me sonrojan en las noches de
Que repito tu nombre hacia el vacío grito del espacio

TE EXTRAÑO

Te enrollo en mis sabanas y invento tu presencia en mi cama
En tu lado, el derecho, recuerdo la música que hacías al
Respirar cerca, tan mía.


Por hora

Las ramas de los sauces acarician
los bordes de este camino cansado
de tiempo, es que extraña tu paseo, tus pies
y tus manos dorados como al trueno.

Y lo hago cuando me recuerda el cielo
tus mejillas claras y tu fragancia de rosa violento
alucino tu andar de lirio con gracia cuando vas
mas allá, allá donde el aire es de encantamiento

De ronda en ronda busco tu huellas de pies pequeños
intentando encontrarte de entre este sueño y despierto

Es que extraño tu paseo, tus pies y tus cabellos

Tal vez


Tal vez sientas la arena?
Recuerdas a la arena?
Te roce la piel y no te diste cuenta
te conté al oído que pintaríamos el cielo
con una pluma azul mientras las olas
iban muriendo con un beso a mis pasos

Tal vez recuerdes que existo?
recuerdas ese viaje imaginario?
Donde regresaras al cósmico rescate
de las estrellas que te extrañan,
Apagada esta ternura del poniente
va junto a la noche, son tus ojos
mi flecha de sueños.
vago en el espacio en busca
de tu encuentro.

Tal vez pueda soñar contigo
Tal vez en una copa te dejare la vida
Tal vez podrán mis labios morir sobre tu piel
Quisiera beberme el cielo y encontrarte en el.



Tierra

Tierra que grita tu presencia
En medio del mar de recuerdos
Que martillan el cielo esculpiendo
Tu rostro de niña plateada

Tierra que grita tu presencia
Y huye hacia la metáfora
Construida con las manos
Mías, tuyas y nuestras
En una noche de invierno
En un lugar exacto de nuestro
Primer encuentro.

Tierra que grita tu presencia
Esta tierra tuya, la de adentro
Esa que contiene tus pasos
Que haz marcado con un beso,
En esas noches de invierno sureño

Era yo

Si era YO cuando te amaba,
a veces se me escapaba
la noche envuelta y destapada
y huye hacia ti para robarte
Una sabana resquebrajada.


tu alma mujer la que me
Motivaba, cuando era YO cuando te amaba.

Y sentiré tu otoño que vuelve desde lejos
Tu primavera cautiva, tu instinto de vivir
tu locura matutina.

Te envuelvo en mis sombras desde mi polvo inerte
Desde el átomo de tu piel que no sabe morir
En el tiempo de la distancia.
Si soy YO el que te ama.
Y si, quiero montar una pluma y viajar por el cielo
Junto a ti y mil lunas y varias noches

Para ser YO, cuando te amo.
En una noche que huye hacia ti
Para robarte una sabana resquebrajada.



Metodos

Copula la noche con el día
sintetizando tus ojos de
niña exploradora de mar

las letanías se unen formando
la alfombra de números ilegales
en carpetas de acción y efecto
que conjugan el juego de nuestros
dedos en sus búsquedas de oscuridad

y Las palabras escritas en velas
transparentes que se desintegran
en tu presencia exacta y se consumen
en medio de mi respiración de canoro
multicolor


quedo envuelto en prismas, partido nos hablamos
Mientras se rompe el plan metódico
Del universo...
Y el código fundamental se vuelve arena
En tus manos y uno sueña...

Alienado paseo.
Si bien era una tarde llena de lirios con un sol indiferente y podrido de tiempo, el si poseía mucho, decidido, puso a combinar sus pasos hacia la desembocadura del arroyo de cien fabricas y un árbol medio torcido, junto a el una manzana posaba en el suelo donde yacía un gusano de oro sonriente, que jugaba al coito, lo piso a su paso numero dos mil, una ventisca lo sacudió, era la ira que olía a azufre, hizo un zigzag verde y fugitivo al pasar a su lado como queriendo ahuyentar su monotonía pensativa y vengarse de todo aquello que destruía con sus actos, y los de su especie, hizo efecto ya que abrió la cueva de su boca y penetro en el sin antes bailar en sus fosas nasales mugrientas de drogas blancas, los escuadrones fantasmales eran masivos dentro de su cuerpo pequeño y frágil, como el mimbre antes de perder la virginidad con el fuego, chispeante y fogoso, en el aire volaban mariposas negras llenas de vidrio y celofán que hacían de vedettes, motivadas con el grito homicida de un grillo borracho, postrado sobre un neumático Alemán, era la roca blanda del tiempo, sus ojos, dos triángulos rojos que se perdían la adivinanza de reconocer 4500 hormigas que hacían el amor entre las botellas de plástico de mil ciudades y una persona, deliciosas para sus lenguas, exquisitas para sus vellos. Quiso tomarlas con las manos ya que la envidia lo deseaba así y termino amputado, con sus miembros esparcidos entre ellos su pene, cayo inerte y su cráneo fue abollado por la velocidad de un ñandú jugando a ser abogado, varias arañas de patas metálicas y dientes de vampiro lo perseguían en medio una cepillada de marmotas en su espalda, logro subir al árbol medio torcido a mordidas, donde cada una de ellas pagaba el precio de arrancarle un diente, sintió dolor al llegar a la cima y la entonación del odio debajo de ella, fijo la mirada hacia abajo, y descubrió miles de huesos esparcidos que los seres vivientes como el, agazapados allí utilizados como piso de marfil, lloro tanto que sus lagrimas se hicieron lluvia ácida y arrepentimiento, sintió la leve inclinación del tronco del árbol medio torcido y cayo a su encuentro con la muerte que el mismo buscaba.

el es yo

El es yo
El gorjeo de su voz clavaba tímpanos por doquier, caminaba por los pasillos del recinto educativo aplastando hormigas a cada paso, invocando la muerte intemporal de su especie, terciario para algunos, primarios para otros. Desfondada la tierra, consumía cada molécula de las gomas de sus zapatos, rotos, como su corazón , su mirada era el perrillo sensible del arma letal en una guerra sin comienzo, con sus manos, la mira indiscreta que proponía al mosquito de patas blancas que paseaba dentro de su oído hacer el amor hasta que cada hueso cervical quede quebrado, así podría gormar su alma de pobreta sin que nadie lo juzgue, picotero el mosquito introduce su espada bucal en su cerebro desprotegido por la no huida, y susurra la llegada de la muerte vertebral. Lucífugo en busca de un revolver cargado de termitas mal paridas al mismo tiempo que siente una pirosis contundente y roja, vomita una ura violeta y amarilla, al sonar una corneta de palabras de autoayuda, la envuelve en celofán y la guarda, para así, poder consumirla en el tiempo diacrónico donde las hormigas, mosquitos, termitas y uras son uno solo. El viento sopla disminuyendo la temperatura de la dosis anterior de soledad, los pensamientos escandalizan sus vagos recuerdos de las enseñanzas bíblicas recogidas cuando enfermaba o en las numerosas sesiones domingueras-familiares de su infancia, sentía celos del repiqueteo uniforme y eterno de una canilla que pierde, por gotas , que el ya lo había perdido allá donde el tiempo no se acuerda. Se mete entre la gente como si fuera una bacteria, necrófaga, buscando un buen sabor en corazones muertos, en arrugas cadavéricas hurgando suavidad , encuentra seres monocromáticos sin manos libres y lleno de juicios de reojo. Toma su cuello con una mano y se suicida ciegamente mientras se lanza fuera de su alma, y cesa

el es yo

El es yo
El gorjeo de su voz clavaba tímpanos por doquier, caminaba por los pasillos del recinto educativo aplastando hormigas a cada paso, invocando la muerte intemporal de su especie, terciario para algunos, primarios para otros. Desfondada la tierra, consumía cada molécula de las gomas de sus zapatos, rotos, como su corazón , su mirada era el perrillo sensible del arma letal en una guerra sin comienzo, con sus manos, la mira indiscreta que proponía al mosquito de patas blancas que paseaba dentro de su oído hacer el amor hasta que cada hueso cervical quede quebrado, así podría gormar su alma de pobreta sin que nadie lo juzgue, picotero el mosquito introduce su espada bucal en su cerebro desprotegido por la no huida, y susurra la llegada de la muerte vertebral. Lucífugo en busca de un revolver cargado de termitas mal paridas al mismo tiempo que siente una pirosis contundente y roja, vomita una ura violeta y amarilla, al sonar una corneta de palabras de autoayuda, la envuelve en celofán y la guarda, para así, poder consumirla en el tiempo diacrónico donde las hormigas, mosquitos, termitas y uras son uno solo. El viento sopla disminuyendo la temperatura de la dosis anterior de soledad, los pensamientos escandalizan sus vagos recuerdos de las enseñanzas bíblicas recogidas cuando enfermaba o en las numerosas sesiones domingueras-familiares de su infancia, sentía celos del repiqueteo uniforme y eterno de una canilla que pierde, por gotas , que el ya lo había perdido allá donde el tiempo no se acuerda. Se mete entre la gente como si fuera una bacteria, necrófaga, buscando un buen sabor en corazones muertos, en arrugas cadavéricas hurgando suavidad , encuentra seres monocromáticos sin manos libres y lleno de juicios de reojo. Toma su cuello con una mano y se suicida ciegamente mientras se lanza fuera de su alma, y cesa

sofisticada soledad

Sofisticada soledad.
Sentado bajo el espejo-imagen del escritorio informal tibio y caótico de su dormitorio, donde las limitaciones visuales lo trasportaban a los mas inquietantes enfoques de entre dos, dinámicas y viajeras, consecuentes con las acción-efecto, se conmovió dentro del asiento desgastado de color bordo y metal oxidado. Casi incomodo.
Recordó que esa noche tenia ganas de ella, era invierno y el frió carcomía su corazón junto a la soledad de su vientre, como el lápiz que intentaba aullar buscando salvación antes de ser consumido por el papel crocante con gotas de aceites que solidificaban su transparencia diaria. Como su vida. La invoco como lo hace la madame a una de las putas de algún burdel de cuarta de Sajonia, y el peso de las sombras del dormitorio se pusieron a tono, como el burdel. Tomo el Nokia 6220, y lo miro con desvelo, lo estrangulo con la mano derecha mientras su reloj plateado se desplazaba hacia su torso, como alejándose del inicio de una conversación sin argumentos, de la penuria y diciendo NO al putismo, aunque bien solo era una de las boludeses físicas estudiadas en el secundario.
Procedió acariciando cada tecla en una dosis de recuerdos mentales donde sus senos y piernas, eran protagonistas principales, y de una que otra especie de hueso que descubría en sus encuentros ilegales con ella. El Send fue solo, se incrusto en el complejo aparatejo de sistemas enseñados en diarios dominicales y canto la víspera con la tecnología, la antesala de la voz, ella, tan sofisticada.
Inquieta y masticando un chicle gastado por la penetración constante de sus dientes blancos como el marfil, y cantando un irritable chasquido pregunta contestando fiel

- te queres portar mal eh???


Como en un dos tres miro, quedo perplejo, sabía que ansiaba el juego, pero no lo esperaba tan de golpe. Respondió con un Ehjee seco y voraz, como queriendo confundir a su conciencia que su ingenuidad evadía como balas en medio de una favela dentro de su ente. Siguió tan pronto como la borrachera sigue al amanecer, y noto a su voz decir –Voy para allá- sin respuesta alguna, contundente, sintió la brisa encubada del invierno al trasportarse por el espejo imagen, y se disolvió en la superficie en que buscaba profundidad.