Mensajeros en la noche anunciaron lo que no oímos, busco debajo del aullido de la luz crujiente de palabras que acepto, una noche como esta, donde después de hacer el amor con mi mujer de turno, mientras ella duerme entre mis sabanas oscuras de mi colchón sobre el piso. Tan frió, tan caliente. Escuchando los análisis sobre la cumbre en Roma donde la vecina mandataria suelta lagrimas de cocodrilo por el inconveniente del hambre en el mundo, cuando el vestido que lleva, en monedas, daría de merendar a mas de 100 niños, cada vestido, 100 niños, un calculo inesperado de su closet nos llevaría a que tendría aproximadamente 50 vestidos, ya son 5000 niños. Y ni que decir de sus zapatos. Y sus rutas siguen cerradas. Claro que es tapar con cinta de papel el problema y una sola merienda y el libre transito. Configuro el presupuesto que debo pasar por la mañana para unos espacios comerciales, que destartalaran las ficciones conocidas, por materiales y por forma, sonrió con ello, y soy feliz por momentos, ceso y tomo una taza de capuchino, me fanatice con ese liquido, y no tengo la menor idea del porque. Hago un paréntesis, y enciendo otro cigarrillo, para leer en voz alta un artículo para una revista de corriente estudiantil de otra universidad que debo enviar vía mail, Articulo, critico eficaz y sobre todo objetivo, pero fascinante para que unos cuantos se peguen la cabeza repitiendo –cierto es, manipulo.
Pienso en la filosofía, que tiene un camino amplio y extenso, y de cómo la consumo creando el propio trayecto sobre ella, interpretando y mutando mi propia metamorfosis sobre un piso real, así como que hoy en día gracias a las prolongadas horas de Internet, falsos gurues, es mas fácil mirar con admiración, que visualizarse a uno mismo dentro de un mundo activo y real, por eso escasean las personas con aires filosóficos en este mundo, nos encanta encadenarnos a los maestros, y uno cree analizar y dar puntapié a un texto o una imagen, una obra arquitectónica o un objeto que consumió su ego y se da por propia. O la reconceptualiza a los 20 y tantos años. Ridículo. Pienso en Ted, y en lo que vi. Hablan de procesos, cuando no realizan uno sin permiso de sus padres o novia. Más ridículo aun, ni siquiera son capaces de pagar su propia cuenta de teléfono móvil. De que independencia se echan párrafo. Libertad inexistente Es que de alguna manera el caciquismo contemporáneo si algún vez este fue tradicional, donde los hombres tendemos a que cuando se nos avasalla intelectualmente no queda otra que la violencia física, eso me incluye a mí también. Como los caciques. Pero existe una gran diferencia entre ser inteligente y actuar con inteligencia, ser sabio a que “tener actitud”. Cuando alguien te insulta no lo insultes, sonríele y dale silencio, cuando te lo encuentres un día muy malo para vos cargado de muy mala onda, tirala hacia el, total los insultos siempre son muchos mas perceptivos en esos días y se transmutan mejor en forma de violencia. Y genera el caos donde hayan izado la bandera de la paz. Es manejar su tiempo y su ubicación espacial. Es dominar su vida sin que lo sepa. Es tener mente criminal. Esto te enseñan en la practica de artes marciales, para no llamarlas callejeras, un poco de filosofía barata quizás, pero una al fin, en el caso de propinar daño hay que saber realmente que es – de ser. Hay que aceptarlo, la estrategia mejor predicha para que tu ente no salga señalado ni como culpable ni como acusador. Se sale limpito de la cochinada. Y hoy en día eso es una virtud, con tantos abogados pescando.
Pienso en que pasmados por una marea de pseudoinformación que les proporciona la ilusión de una modificación permanente de las categorías de la existencia (ya no se puede pensar lo que se pensaba hace diez, cien o mil años), los occidentales contemporáneos ya no consiguen ser lectores. Menos interpretes, pierden sus batallas donde las ganancias son en efectivo.
Con mayor motivo, no pueden desempeñar ese papel frente a otro ser. Por el que dirán. No obstante, tendrían que hacerlo: porque esta disolución del ser es trágica; y cada cual, movido por una dolorosa nostalgia, o la duda, continúa pidiéndole al otro lo que él ya no puede ser; cada cual sigue buscando, como un fantasma ciego, ese peso del ser que ya no encuentra en sí mismo. Esa resistencia, esa permanencia; esa profundidad. Y sigue el baile inmóvil.
Pienso en lo que ocurre cuando vociferan en voz alta, amenazan y lloran con cara de malo rugbysta o en aglutinar guardaespaldas para que acudan en su ayuda, me recuerda al colegio inclusive, cuando me quedan pocos años antes de entrar a los 30, simpático, cuando la salida del tatami es indudable y así montar una farsa en su caída, y esa es la supremacía intermitente que es parte de sus diálogos sinceros con su mujer que admira con sus ojos grandes, fans es este siglo, idolatras contemporaneas, aun mas ridículo, o sus amigos de igual caña. Y sienten orgullo. Si no conoceré esa especie. Es generar publicidad, y la publicidad instaura un superyó duro y terrorífico, mucho más implacable que cualquier otro imperativo antes inventado, que se pega a la piel del individuo y le repite sin parar: "Tienes que desear. Tienes que ser deseable. Tienes que participar en la competición, en la lucha, en la vida del mundo. Si te detienes, dejas de existir. Si te quedas atrás, estás muerto." Al negar cualquier noción de eternidad, al definirse a sí misma como proceso de renovación permanente, la publicidad intenta hacer que el sujeto se volatilice, se transforme en fantasma obediente del devenir. Y se supone que esta participación epidérmica, superficial, en la vida del mundo, tiene que ocupar el lugar del deseo de ser. Y en vez de ser único, solo se apilo a la fila de los iguales. UN BAILE INMOVIL.
Oculto en la casa de mis versos ¿cómo no me arrastro hasta la amada que muere detrás de mi ternura?¿Por qué no huyo y me persigo con cuchillosy me deliro? ¿Porque no quiebro los dedos del oponente para prolongar su dolor y encierro su pecho saliente dentro de un círculo que trazo con el pie derecho mientras muerde la arena? Solo me bastaría 60 segundos, y produciría el odio sempiterno.
De muerte se ha tejido cada instante... de su amor y devoro la furia como un ángel idiotainvadido de malezas que me impiden recordar el color del cielo, que me impiden ver sus ojos, aun así juega a ser ella la dueña del límite entre propinar y desear, cegar buenos augurios, no me faltan. ¿Respeto, aprecio?
Sabemos de que el cielo tiene el color de la infancia inquieta, y es el ángel que vuela sobre mi, debajo y al costado, que me da Paz, que me da caos, entre mares negros de asfalto entre telas y lienzos... la amo y No se mas como decirlo... pero me muero por repetirlo. Y la vuelvo a observar mientras su rostro se pierde entre las sabanas oscuras de mi cama en esta noche de un frío junio, cierro la computadora personal y la luz desaparece, conquisto la superficie de la cama, voy liándome entre sus piernas hasta que nos volvemos uno. Y pienso en lo insignificante que es pensar en un baile inmóvil, teniendo todo lo que me pertenece.