Puro Insecto

Beodo de luces que penetran la persiana semi abierta, que cruje entre sus elementos despotricando la eventual domesticación de la raza humana sobre la raza humana, muchas leyes estúpidas de salvaguarda de ideales con olor a fraude. Quién diría, el insecto examinaba desde ese marco la vyresa de la especie “elemental” fumando una pipa de origamis echados a la basura después que el hijo había cambiado la imaginación por el play y la fría sonrisa detrás de un monitor que lo convertía en un monito. Descoladas las uniones de maderas diferentes se deformaba otra especie, pero su deformación no era gritada ni era arremetida con una baleada de leyes regulables para otras leyes que no se cumplían, era la evolución natural de la misma, sin roce ni goce de sueldo. Es la evolución de su sometimiento al tiempo. Razones lógicas para que el insecto fume su pipa, haga una cruzada de sus seis patas e incline su cuello invertebrado, mirando al ser que 1.000.000 de veces su tamaño, golpeaba su cabeza contra la pared repintada como su vida, imputado por las demás, de su propia especie, por adueñarse de un trazo de la imaginación que volaba sobre las tejas de la urbe asuncena. El touch sceen sonaba con regularidad, tan pequeño y tan sensible, el,  tan grande y tan frio, convulsionaba con la idea de que esa persona atravesara la puerta y lo matase con mil puñaladas y una estocada al corazón, no quería sufrir, y el insecto fumaba. El humo de la pipa producía una escenas de convivencia típicas del smog y el dióxido de carbono que emite el aire acondicionado mientras crea microclimas de mentira como las personas que en sus habitáculos creen ser normales. Aprendidos al goce, al dramatismo desmedido de las consecuencias personales, los errores prebendarios y notificaciones de deudas que nos inventa la sociedad de consumo, para que consumamos a los otros, todos contra todos en una guerra de poder y financiamiento de otros con poder, al final el poder es tan pequeño como la pipa del insecto, como la nobleza del rufián, como la nostalgia del primer amor a los 30. Controversias de la buena vida quizás en un esmalte un poco mas relativo y paradigmático, relato antiguo de seres convencionales e hipertensos, que sobrellevan la mañana en busca de lo efímero, de la superfluo, pero que los condena hacia un cielo dantesco, y el insecto lo mira… sabiendo que se volvió más sabio gracias a su relajación entre las persianas que de manos ajenas, se hizo propia.