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viernes, 5 de octubre de 2007

sofisticada soledad

Sofisticada soledad.
Sentado bajo el espejo-imagen del escritorio informal tibio y caótico de su dormitorio, donde las limitaciones visuales lo trasportaban a los mas inquietantes enfoques de entre dos, dinámicas y viajeras, consecuentes con las acción-efecto, se conmovió dentro del asiento desgastado de color bordo y metal oxidado. Casi incomodo.
Recordó que esa noche tenia ganas de ella, era invierno y el frió carcomía su corazón junto a la soledad de su vientre, como el lápiz que intentaba aullar buscando salvación antes de ser consumido por el papel crocante con gotas de aceites que solidificaban su transparencia diaria. Como su vida. La invoco como lo hace la madame a una de las putas de algún burdel de cuarta de Sajonia, y el peso de las sombras del dormitorio se pusieron a tono, como el burdel. Tomo el Nokia 6220, y lo miro con desvelo, lo estrangulo con la mano derecha mientras su reloj plateado se desplazaba hacia su torso, como alejándose del inicio de una conversación sin argumentos, de la penuria y diciendo NO al putismo, aunque bien solo era una de las boludeses físicas estudiadas en el secundario.
Procedió acariciando cada tecla en una dosis de recuerdos mentales donde sus senos y piernas, eran protagonistas principales, y de una que otra especie de hueso que descubría en sus encuentros ilegales con ella. El Send fue solo, se incrusto en el complejo aparatejo de sistemas enseñados en diarios dominicales y canto la víspera con la tecnología, la antesala de la voz, ella, tan sofisticada.
Inquieta y masticando un chicle gastado por la penetración constante de sus dientes blancos como el marfil, y cantando un irritable chasquido pregunta contestando fiel

- te queres portar mal eh???


Como en un dos tres miro, quedo perplejo, sabía que ansiaba el juego, pero no lo esperaba tan de golpe. Respondió con un Ehjee seco y voraz, como queriendo confundir a su conciencia que su ingenuidad evadía como balas en medio de una favela dentro de su ente. Siguió tan pronto como la borrachera sigue al amanecer, y noto a su voz decir –Voy para allá- sin respuesta alguna, contundente, sintió la brisa encubada del invierno al trasportarse por el espejo imagen, y se disolvió en la superficie en que buscaba profundidad.

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