En uno de esos días tropecé con el anciano en su búsqueda, y este, aulló al presionar los dedos de sus pies con mis zapatos de gamuza beige como las paredes de la librería, obviamente quede a palmearlo por la espalda mientras arremetía contra mi mismo por ser participe de ese accidente, en voz alta tratando de humillarme para que el librero quede satisfecho, pero en el fondo no importaba mucho ni el pie del anciano y mucho menos humillarme repitiendo que tonto soy.
Salía buscando su aire, ya sin esperanzas de encontrarla en la playa que se volvió calle, respiraba al invierno, confuso y sutil. Fui caminando tomando el camino mas largo a casa, imaginándome su rostro en cada faro del alumbrado publico, cruzando avenidas y calles perdidas, como inventando ciudades y a sus habitantes.
Al llegar, a la casa, frente a la puerta, sentí el zumbido de la realidad que me descoloco en las persianas semi abiertas mirándome desde adentro, y se abrió sin darme cuenta, cuando veo a Soledad, decir
-Te llame, y no respondiste, como siempre.
Con las manos en la cintura y vestida con el camisón azul con flores amarillas, solía ocurrirme que la imaginaba en medio de un circo haciendo piruetas para viejos verdes, que tiraban billetes de 10 mil en busca de su satisfacción visual.
Respondía generalmente con paciencia y de un tono de voz amable y sumisa.
-Es que venia en el 23 y no escuche, mi vida
-Esta bien mi sol, confesaba con complacencia.
Solía seguir prontamente con un beso lleno de pasión mas que de amor, ella sabia que en noches como esas convertíamos el dormitorio en un campo de batalla, en una lucha de a dos, sin tregua y sin descanso, en mano a mano sin ellas, convirtiendo la cama en el ring principal, pero no en el único. Creo que por ello nunca me ha puesto entre la espada y la pared con respecto a esa rara manía que tenia de desaparecer ese tiempo. Quizás estaba satisfecha corporalmente más que emotivamente, quizás estaba como yo, y ella también tenía sus momentos de disolución de esta relación intrépida y sensualmente feliz por fuera. No es que no la quería, la admiraba, era hermosa y una buena madre de clase media, pero no satisfacía las inquietudes de mi corazón, si lo hacia en la cama.
Generalmente después de hacer el amor con Soledad, nombre del cual su madre se había arraigado después de haber tenido una decepción amorosa en la década de los 70 cuando el auge de los hippie y el boggie andaban correteando a escondidas por las calles de la Asunción “de naranjos y flores”, de caperucitas rojas y grupos esporádicos de comunistas leninistas. Comía, si, el hambre era una de esos placeres post-orgásmicos que tenia, eran varios pero este era como el de mas intensidad. Me sentaba sobre el mueble de la cocina viéndola prepararme algún que otro sándwich de tomate y queso con la camisa azul marino que había usado en mis horas laborales que tiernamente fue transmitida hasta ella para que los vecinos no notasen las pecas de sus senos, su piel irradiaba la suavidad como hecha de seda y tulipanes rosados escondidos celosamente en jardines occidentales, con sus cabellos húmedos caídos hacia la frente, se veía tan sensual, tan mujer.
Retuvimos mucho la transmisión del calor de nuestros cuerpos así que el frió ya no luchaba en adentrarse en nuestras médulas. Compartíamos ese momento mientras ella tomaba un vaso de agua de la canilla, mirándome, hablándome con los ojos, llenos de deleite. Sabíamos que todo se reduce a unas horas a un poco de pan, a la luz que ensucia el amanecer en el secreto del silencio que envuelve las escasas razones, los pequeños infiernos. Los días eran recurrentes a veces, jugábamos a ser una familia sub. Urbana en meriendas y cenas con amigos y sus parejas correspondientes, vaya, que eran cenas, donde dominaban mas vinos y cervezas de diferentes marcas, nacionales e internacionales que comida, terminando peleando y deseando a la mujer del otro. Gracias a la apertura de los sentidos por medio del alcohol.
Ahora bien, el rostro de Maria era la que dominaba todo el circuito de mi mente, a pesar de esos momentos de ensayo de familia en una escenografita compuesta y casi sofisticada. Los fines de semana eran eternos, no sucedía como ocurre con muchos paisanos míos citadinos, que lo único que deseaban era que el fin de semana se prolongue aun mas para reforzar los instintos carnales y viciosos, a veces en el afán de reposar por un rato mas y despertarse a las 12 del medio día para frenar lo cotidiano, lo robotico, yo deseaba adentrarme a un vulgar lunes y saber que de allí en mas tendría mis encuentros clandestinos durante 4 días mas con ella. Ansiaba el mar de micros y personas sudorosas que aromatizaban el ambiente en un javorai de perfumes falsificados y a cuerpo. SAbia aun que el sentimiento que me ubicaba junto a ella era solo el hecho de pensar en ella, y que nunca, el destino nos uniria en aquel paseo por la playa paradisiaca del Pacifico. quizas en algun momento fuimos uno, pero no era suficiente mis reverencias hacia ella para seguirla y hacerla volar.
ENSAYOS + POESIAS + CUENTOS + Anecdotas
______________________________________________________________________
domingo, 16 de diciembre de 2007
con todas las letras-cuento.parte1
Librería con olor a viejo, titila el hábito cortesano de sus invitados, colados, como el fluorescente del cartel de la calle, que caía muerto, que ironía, era un julio frió, donde la gente usaba la única campera gruesa de corderoy comprada en verano, en alguna liquidación de shopping, tal vez para algún viaje hacia el sur que nunca tuvo salida, o simplemente para rellenar esos espacios vacíos de ropero y profesar a tener más. Volaban estáticas bufandas prolongadas, multicolores y pavorosamente gruesas que formaban parte del cuerpo trepadas como serpientes vivas. Ingrese tácito como siempre a la Librería, en realidad siempre ingresaba como fantasma a las tiendas y lugares públicos, espiando y jugando a ser espiado, mis pasos eran consecuentes y parecía siempre saber hacia donde iba, cuando en realidad, era que me encontraba perdido desde el cruce de los detectores antirrobo y guardias de seguridad.
Escondida entre las paginas amarillentas de los libros de compra-venta posaba como estorbo, Maria, una chica risueña y fina, de cabello castaño y lacio, que leía a García Márquez en la misma plaza a la misma hora todos los santos días, y en los endemoniados también. Sobre ella posaban pósters de ediciones de la década del 50, alguna que otra foto ya despintada de algún héroe de guerra, frases fanáticas de lectura, y sus consecuencias, acompañadas por caricaturas de escritores latinoamericanos que nadie conocía por rostro. Vestía formalmente y de colores oscuros, cualquiera diría que era fanática de alguna de esas iglesias llena de tarados esquizofrénicos que ven un punto en el cielo y en masa se prenden fuego.
El librero era un hombre anciano que propagaba aroma a polilla y masajeaba una esfera de goma amarilla que lo ayudaba a circular la sangre por su ya desbastado cuerpo insignificante, bueno a todos nos tocara. Solía darme cuenta de cómo miraba a Maria, con desconfianza y de reojo, con placer y sometimiento. Sentía celos. Maria rozaba sus manos buscando encontrar la energía de los libros sin descubrir sus palabras impregnadas, olía siempre a libros y a papel de arroz, exquisita, de una mirada tiernamente conmovida por la ultima novela de amor que posaba todavía en su cama de sabanas blancas y ositos de peluche, quizás su única compañía desde hacia ya muchas noches. Sus movimientos parecían practicados y perfeccionados, desde el de sus dedos finos como agujas hilando las hojas de papel, hasta el de sus pies que jugaban al tobogán subiendo y bajando, con un estruendo aparatoso del cartílago del tobillo, le producía cierta satisfacción, se notaba que era el único deporte que practicaba.
Yo parado, detrás del escaparate con la misma revista de ayer, intimidado por los libros gruesos y discos de vinilo que ni el mas sordo de los hombres escucharía, no porque eran de malos autores o por su contenido, sino porque su calidad se había diluido en el tiempo de evoluciones tecnológicas, tenia el mp3 encendido en el bolsillo que gritaba su presencia entre mi pulóver azul marino y mi bufanda negra, repitiendo el eco de la melodía del chill out retorcida con tango y blues.
Solía ocurrirme que siempre parado allí, en ese metro cuadrado perpetuo, “sonaba” el teléfono móvil agitándose entre mis piernas, siempre a la misma hora, siempre la misma voz, y siempre la misma respuesta, el mismo tono, el mismo buzón de voz. No contestaba por temor a encontrar la atención de Maria, era feliz en esos 15 minutos de transparencia, disfrutándola. Además que era caer en un recurso fácil para que me observe, aunque siempre se me batían los músculos del muslo y era una sensación desagradable para la ocasión y el momento mágico.
En momentos solíamos cruzarnos la mirada, y mi corazón se aceleraba como pique en Aratiri y no solía frenar en las curvas, quedaba perplejo y anonadado, encantado, desviaba la mirada hacia la misma revista de ayer, tan aburrida tan desapercibida y volvía al punto de partida. Conquistaba las pocas palabras que asimilaba dibujando con los ojos la figura de Maria, su rostro sus manos sus pies. Como un ñandutí azul tejía mariposas alrededor de ella, la hacia flotar de entre los libros y recordaba el mar que yacía desde hace tiempo en mis recuerdos y que absorbía el invierno aparente de la calle trasladándome a alguna playa paradisíaca del Pacifico, tomados de la mano, Maria y yo. Despertaba con el chasquido amorfito del librero, y con los ojos para adentro discrepaba el hecho de hacerlo de esa manera, y cazaba con la mirada todo el perímetro de la librería, cuando denotaba el Plas! de la puerta de ingreso. Y la ausencia de Maria.
Escondida entre las paginas amarillentas de los libros de compra-venta posaba como estorbo, Maria, una chica risueña y fina, de cabello castaño y lacio, que leía a García Márquez en la misma plaza a la misma hora todos los santos días, y en los endemoniados también. Sobre ella posaban pósters de ediciones de la década del 50, alguna que otra foto ya despintada de algún héroe de guerra, frases fanáticas de lectura, y sus consecuencias, acompañadas por caricaturas de escritores latinoamericanos que nadie conocía por rostro. Vestía formalmente y de colores oscuros, cualquiera diría que era fanática de alguna de esas iglesias llena de tarados esquizofrénicos que ven un punto en el cielo y en masa se prenden fuego.
El librero era un hombre anciano que propagaba aroma a polilla y masajeaba una esfera de goma amarilla que lo ayudaba a circular la sangre por su ya desbastado cuerpo insignificante, bueno a todos nos tocara. Solía darme cuenta de cómo miraba a Maria, con desconfianza y de reojo, con placer y sometimiento. Sentía celos. Maria rozaba sus manos buscando encontrar la energía de los libros sin descubrir sus palabras impregnadas, olía siempre a libros y a papel de arroz, exquisita, de una mirada tiernamente conmovida por la ultima novela de amor que posaba todavía en su cama de sabanas blancas y ositos de peluche, quizás su única compañía desde hacia ya muchas noches. Sus movimientos parecían practicados y perfeccionados, desde el de sus dedos finos como agujas hilando las hojas de papel, hasta el de sus pies que jugaban al tobogán subiendo y bajando, con un estruendo aparatoso del cartílago del tobillo, le producía cierta satisfacción, se notaba que era el único deporte que practicaba.
Yo parado, detrás del escaparate con la misma revista de ayer, intimidado por los libros gruesos y discos de vinilo que ni el mas sordo de los hombres escucharía, no porque eran de malos autores o por su contenido, sino porque su calidad se había diluido en el tiempo de evoluciones tecnológicas, tenia el mp3 encendido en el bolsillo que gritaba su presencia entre mi pulóver azul marino y mi bufanda negra, repitiendo el eco de la melodía del chill out retorcida con tango y blues.
Solía ocurrirme que siempre parado allí, en ese metro cuadrado perpetuo, “sonaba” el teléfono móvil agitándose entre mis piernas, siempre a la misma hora, siempre la misma voz, y siempre la misma respuesta, el mismo tono, el mismo buzón de voz. No contestaba por temor a encontrar la atención de Maria, era feliz en esos 15 minutos de transparencia, disfrutándola. Además que era caer en un recurso fácil para que me observe, aunque siempre se me batían los músculos del muslo y era una sensación desagradable para la ocasión y el momento mágico.
En momentos solíamos cruzarnos la mirada, y mi corazón se aceleraba como pique en Aratiri y no solía frenar en las curvas, quedaba perplejo y anonadado, encantado, desviaba la mirada hacia la misma revista de ayer, tan aburrida tan desapercibida y volvía al punto de partida. Conquistaba las pocas palabras que asimilaba dibujando con los ojos la figura de Maria, su rostro sus manos sus pies. Como un ñandutí azul tejía mariposas alrededor de ella, la hacia flotar de entre los libros y recordaba el mar que yacía desde hace tiempo en mis recuerdos y que absorbía el invierno aparente de la calle trasladándome a alguna playa paradisíaca del Pacifico, tomados de la mano, Maria y yo. Despertaba con el chasquido amorfito del librero, y con los ojos para adentro discrepaba el hecho de hacerlo de esa manera, y cazaba con la mirada todo el perímetro de la librería, cuando denotaba el Plas! de la puerta de ingreso. Y la ausencia de Maria.
martes, 11 de diciembre de 2007
introduccion al Paseo de la ... y ...
introduccion al Cuento El Paseo de la ... y ....
Pagina 98
2008
"surget et ambula"
mas vulgar como exitoso.
____________________________________________________
toc toc...
canto el miercoles...
Amor?
tus mismas sensaciones se perdieron
cuando diste vuelta en el cielo...
tu mismo puerto se mudo de orilla...
y pretendes que te busque
mirando desde una escotilla...
ahora resulta que soy yo
el dueño de tu desgracia...
sin que tu misma gracia
sea la protagonista...
de tal falacia.
Mientras las arenas de la playa cambian
cambia el corcel y el atardecer..
cambia el ego y el mundo entero...
su ego mayor fue la importancia
y se olvido luchar por lo que
era su vestidura... que en realidad
no le importaba una verdura.
Palabras de otros la convencieron
y como tantas cosas sin lazos fueron
a parar a la basura y a una esquina
de cartonero.
mi fuerte es el tiempo y la notable
configuracion de tus palabras
ya no existen, quizas prosiguen
en una vuelta carnero.
hoy ya mis manos
son frias a tu tacto...
tomate un pacto con tu nuevo hijo
y marido, riete en estas rimas
que dejan de serlas cuando uno
las imagina.
____________________________________________________________
Pagina 98
2008
"surget et ambula"
mas vulgar como exitoso.
____________________________________________________
toc toc...
canto el miercoles...
Amor?
tus mismas sensaciones se perdieron
cuando diste vuelta en el cielo...
tu mismo puerto se mudo de orilla...
y pretendes que te busque
mirando desde una escotilla...
ahora resulta que soy yo
el dueño de tu desgracia...
sin que tu misma gracia
sea la protagonista...
de tal falacia.
Mientras las arenas de la playa cambian
cambia el corcel y el atardecer..
cambia el ego y el mundo entero...
su ego mayor fue la importancia
y se olvido luchar por lo que
era su vestidura... que en realidad
no le importaba una verdura.
Palabras de otros la convencieron
y como tantas cosas sin lazos fueron
a parar a la basura y a una esquina
de cartonero.
mi fuerte es el tiempo y la notable
configuracion de tus palabras
ya no existen, quizas prosiguen
en una vuelta carnero.
hoy ya mis manos
son frias a tu tacto...
tomate un pacto con tu nuevo hijo
y marido, riete en estas rimas
que dejan de serlas cuando uno
las imagina.
____________________________________________________________
viernes, 16 de noviembre de 2007
Arquitecto de barajas
El arquitecto de las barajas
En pareja intensidad pinto su dormitorio en un negro noche, noche de esas veraniegas donde uno puede alcanzar las estrellas con la vista miope y se pone a jugar con la geometría descriptiva buscando monstruos o ángeles pegados con UHU y papel celofán. Lo hizo en un despertar desequilibrado por un sueño profundo que ahogo sus caderas con las contracciones constantes del frió y unos veinte puchos de desvelo que inundaban el dormitorio con olor a Lucky. Tomo una brocha como lo hace cuando hace el amor con su mujer de momento, salvaje, intenso, sin motivación final, inventando una selva donde su rol era el de sobrevivir a sus ideas que mutaban como los ladrillos galopados por las manos que perdieron el sentido al tacto, ciego y versátil. Hizo desaparecer los límites funcionales de los objetos que flotaban, en su movimiento de evitar ser alcanzados por la pintura black, inventando quizás nuevas formas de apoyo y rompiendo el Momento Físico.
Tomo una tijera y desfiguro en rectángulos los cerramientos verticales y horizontales del dormitorio, lo hizo en varios tamaños siempre compitiendo con el aburrimiento de las formas clásicas, desprovisto de cualquier rigidez intelectual o emocional. Liberado de los estorbos de las fidelidades, de los códigos de comportamientos estrictos, era la disolución del ser, incrusto dibujos consecuentes a sus animales de ropero y burdel, recordó las imágenes urbanas de personas como entes arquitectónicos, porque la arquitectura es una de las artes que es impuesta sin mucho preámbulo, como las personas que se cruzan en nuestros caminos y retumban nuestras horas de baño y sueño.
Desfiguro el formato del juego, soltando una risa con tono político y antiburrocrático, recordó a la vez la eterna soledad de sus ganas de compartir sus fantasías, de los desamores que tocaron el fondo de sus moléculas y que tal vez destruyeron sus normas clásicas de amar.
Anticipo la disciplina del que algo que no es, pero que puede llegar hacer, típico de ilusos como el y encendió un cigarrillo, el veintiún, mientras el humo se mezclaba con la visualización de su producción pictorica, -si estuvieses aquí pensó en voz alta-, casi con la fuerza de tono de sus conversaciones solitarias de entre yo vs. yo y supuso que su locura se canalizo en forma de arte por las paredes desmaterializadas de su dormitorio, creo su espacio y contribuyo a la arquitectura mental de conceptos posmodernistas.
En pareja intensidad pinto su dormitorio en un negro noche, noche de esas veraniegas donde uno puede alcanzar las estrellas con la vista miope y se pone a jugar con la geometría descriptiva buscando monstruos o ángeles pegados con UHU y papel celofán. Lo hizo en un despertar desequilibrado por un sueño profundo que ahogo sus caderas con las contracciones constantes del frió y unos veinte puchos de desvelo que inundaban el dormitorio con olor a Lucky. Tomo una brocha como lo hace cuando hace el amor con su mujer de momento, salvaje, intenso, sin motivación final, inventando una selva donde su rol era el de sobrevivir a sus ideas que mutaban como los ladrillos galopados por las manos que perdieron el sentido al tacto, ciego y versátil. Hizo desaparecer los límites funcionales de los objetos que flotaban, en su movimiento de evitar ser alcanzados por la pintura black, inventando quizás nuevas formas de apoyo y rompiendo el Momento Físico.
Tomo una tijera y desfiguro en rectángulos los cerramientos verticales y horizontales del dormitorio, lo hizo en varios tamaños siempre compitiendo con el aburrimiento de las formas clásicas, desprovisto de cualquier rigidez intelectual o emocional. Liberado de los estorbos de las fidelidades, de los códigos de comportamientos estrictos, era la disolución del ser, incrusto dibujos consecuentes a sus animales de ropero y burdel, recordó las imágenes urbanas de personas como entes arquitectónicos, porque la arquitectura es una de las artes que es impuesta sin mucho preámbulo, como las personas que se cruzan en nuestros caminos y retumban nuestras horas de baño y sueño.
Desfiguro el formato del juego, soltando una risa con tono político y antiburrocrático, recordó a la vez la eterna soledad de sus ganas de compartir sus fantasías, de los desamores que tocaron el fondo de sus moléculas y que tal vez destruyeron sus normas clásicas de amar.
Anticipo la disciplina del que algo que no es, pero que puede llegar hacer, típico de ilusos como el y encendió un cigarrillo, el veintiún, mientras el humo se mezclaba con la visualización de su producción pictorica, -si estuvieses aquí pensó en voz alta-, casi con la fuerza de tono de sus conversaciones solitarias de entre yo vs. yo y supuso que su locura se canalizo en forma de arte por las paredes desmaterializadas de su dormitorio, creo su espacio y contribuyo a la arquitectura mental de conceptos posmodernistas.
lunes, 12 de noviembre de 2007
Te acaricio el cabellos intentando captúralos entre mis dedos finos mientras pronuncio como te deseo, me acerco a ti en una vertiente milimétrica colocando mi pierna entre las tuyas y compartiendo el mismo aire, lo hago contra la pared que debido a la presión cede un poco y se desplaza todo el dormitorio, mientras abro tus brazos entre mis dedos y los separo de tu cuerpo, atajándolos fuerte mientras rozo mis mejillas con las tuyas en movimientos verticales y horizontales, lentamente hasta marcarnos el rostro, lo recorro con mi boca, húmeda recorre por partes tus labios, mientras presiono mi dientes en la ultima parte del labio inferior... estirándolos hacia mi, lo hago acompañado con mi nariz, desde tu frente hasta esos pequeños lunares que posan inadvertidos, incluyendo tu nariz... y te huelo los ojos pestañas con pestañas..Te invento unos labios de miel donde te bese.. Te desvisto sin prisa pero con torpeza, desnudándote un poquito mas que siempre., sin dejar de besarte, te voy quitando la chomba (así lo imagine, se supone que es tu pijama) mientras sonrojada colocas los brazos hacia arriba dejas con un poco de vergüenza que lo haga, mientras te quito la ropa te rozo los labios por el cuello. mientras te quito el sostén.. mientras lo devoro... rodeándolo.. y dibujando figuras geométricas inexistentes... subiendo de nuevo hasta tu oreja izquierda, el mismo recorrido hasta tu oreja derecha... dejándote escuchar el susurro de mi respiración acalorada ...hasta que seas solo piel...hundo las puntas de mis dedos en tu espalda presionando hasta llegar debajo de tu piel... te muerdo el hombro, voy de hombro a hombro... pasando mi boca por cada hueso de tu clavícula, descubriendo otros. Hasta formar una línea zigzagueante tacita... lo hago por todo el dormitorio
Te transporto a la cama, y te acuesto sobre las sabanas sin soltar tu boca, tomo tu cuello con una mano..y araño sutilmente tus brazos hasta tus manos.. dejo que nuestras piernas se enreden en un bosque infinito y tácito…y nuestros pies se besen en estiramientos guiados por mi muslo... de unos movimientos pendulares y sin permiso, dibujo con mi nariz el contexto de tus pechos sin tocarlos, recorro cada rincón de tus costillas estirándote la epidermis con la boca , cuando llego a tu ombligo, y lo muerdo, lo voy soplando a su alrededor.. con un casi contacto... permanente, nos arde la sangre que juega a fluir en un viento liquido de verano siguiendo la energía de Hungarian Rhapsody de Litz que mata el silencio, mientras me deslizo sobre tu espalda desde la nuca hasta tus tobillos.. de norte a sur, de este a oeste... diluyo mi sudor con el tuyo y se hacen uno, hasta la magnitud de un mar de dormitorio, mojados en un paseo irreal de lugares exactos, te marco con ardor la piel, en movimientos de humos y vapores de rotaciones ciegas llenando los espacios vacíos de la cama hasta ir donde convergen tus ojos de orbitas irregulares… Recorro con mi lengua tu vientre explorando cada poro con restos indecisos de presiones escuchando el latir de tu pulso que se pierde en el rubor tenue de la vela blanca que nos espía... muerdo los huesos de tus caderas, y mis manos resbalan por cada parte de tu torso mientras tus pies tiembla de intensidad. Destrozo los soportes de hierro de la cama hasta llegar al piso, en interminables repeticiones entrecortadas con innombrables sensaciones acariciándote la risa y los gemidos encontrados en infinitas formas y poses inventadas en el dormitorio. Sin instrucciones claras.
Llegamos a la quietud de los movimientos y ...
Te visto solo con mi cuerpo mientras te abrazo en un despertar sin tiempo. Y te dicto una fábula con mis ojos de como te amo...
“Tal vez mañana
En tempranas claridades
Te sienta de repente al despertarme.”
Te transporto a la cama, y te acuesto sobre las sabanas sin soltar tu boca, tomo tu cuello con una mano..y araño sutilmente tus brazos hasta tus manos.. dejo que nuestras piernas se enreden en un bosque infinito y tácito…y nuestros pies se besen en estiramientos guiados por mi muslo... de unos movimientos pendulares y sin permiso, dibujo con mi nariz el contexto de tus pechos sin tocarlos, recorro cada rincón de tus costillas estirándote la epidermis con la boca , cuando llego a tu ombligo, y lo muerdo, lo voy soplando a su alrededor.. con un casi contacto... permanente, nos arde la sangre que juega a fluir en un viento liquido de verano siguiendo la energía de Hungarian Rhapsody de Litz que mata el silencio, mientras me deslizo sobre tu espalda desde la nuca hasta tus tobillos.. de norte a sur, de este a oeste... diluyo mi sudor con el tuyo y se hacen uno, hasta la magnitud de un mar de dormitorio, mojados en un paseo irreal de lugares exactos, te marco con ardor la piel, en movimientos de humos y vapores de rotaciones ciegas llenando los espacios vacíos de la cama hasta ir donde convergen tus ojos de orbitas irregulares… Recorro con mi lengua tu vientre explorando cada poro con restos indecisos de presiones escuchando el latir de tu pulso que se pierde en el rubor tenue de la vela blanca que nos espía... muerdo los huesos de tus caderas, y mis manos resbalan por cada parte de tu torso mientras tus pies tiembla de intensidad. Destrozo los soportes de hierro de la cama hasta llegar al piso, en interminables repeticiones entrecortadas con innombrables sensaciones acariciándote la risa y los gemidos encontrados en infinitas formas y poses inventadas en el dormitorio. Sin instrucciones claras.
Llegamos a la quietud de los movimientos y ...
Te visto solo con mi cuerpo mientras te abrazo en un despertar sin tiempo. Y te dicto una fábula con mis ojos de como te amo...
“Tal vez mañana
En tempranas claridades
Te sienta de repente al despertarme.”
viernes, 9 de noviembre de 2007
Recuerdos
Cigarrillo inquieto, indolente
trovas de ayer,
obras del tiempo
Despoblado, espero ver
Transeúntes
Suicida el pie,
demanda al día
Sale corriendo,
se dilapida
Buscando la vía.
Tuyos
Ojos claros
perilla inclinada
manos disecadas,
Tus parajes exactos
Esperando
El mate refrigerado
espera tu vuelta,
La tonadilla, un después
tu compañía al andurrial
Tu afluencia
El marco deslumbró
el cruce de tus aristas
Conmigo dentro,
me convertí en cronista.
Gritona
Grita la luna
¡Cállate la boca!
Grita tu ausencia
¡muerte a tu voz!.
Eficaz
Tribu ausente
Individuo tectónico
Partes elementales
Tuerca humana
Asesino de tiempo
Fantasmagórico
¡Plas!, ¡plas!,¡plas!
¡Que insuficiencia de vocablos!,
el folio arde y el fantasma, sonríe
Títulos de hoy (resumen)
Recuerdos transeúntes
Tuyos, esperando
Tu afluencia,
Gritona y eficaz,
Mi Alimento fantasmagórico
Cigarrillo inquieto, indolente
trovas de ayer,
obras del tiempo
Despoblado, espero ver
Transeúntes
Suicida el pie,
demanda al día
Sale corriendo,
se dilapida
Buscando la vía.
Tuyos
Ojos claros
perilla inclinada
manos disecadas,
Tus parajes exactos
Esperando
El mate refrigerado
espera tu vuelta,
La tonadilla, un después
tu compañía al andurrial
Tu afluencia
El marco deslumbró
el cruce de tus aristas
Conmigo dentro,
me convertí en cronista.
Gritona
Grita la luna
¡Cállate la boca!
Grita tu ausencia
¡muerte a tu voz!.
Eficaz
Tribu ausente
Individuo tectónico
Partes elementales
Tuerca humana
Asesino de tiempo
Fantasmagórico
¡Plas!, ¡plas!,¡plas!
¡Que insuficiencia de vocablos!,
el folio arde y el fantasma, sonríe
Títulos de hoy (resumen)
Recuerdos transeúntes
Tuyos, esperando
Tu afluencia,
Gritona y eficaz,
Mi Alimento fantasmagórico
lunes, 5 de noviembre de 2007
Una mañana cualquiera
Mañana Cualquiera
El día empezaba temprano con el canturreo del personal del aserradero que se ubicaba detrás de la casa, sus maquinas difuntas aun, desaceitadas y llenas de hollín proponían el inicio un día laboral normal. Solía observarlos desde mi ventana cuando pesaba la visualización de que formarían una flota de piratas queriendo invadirme con sus garras y filosas hojas de acero, con sus cables jugando a ser lazos, tomando como botín mis ultimas palabras pronunciadas en al noche anterior y tal vez la venidera. Sonreía después de imaginarme eso y discrepaba mi equilibrio mental repitiendo movimientos consecuentes de un lado para el otro con la cabeza, que adornada de cabellos encerados por la almohada entonando su veneración hacia el techo; no ayudaban a verme muy lucido, bueno, que se podía esperar si eran las 6 am de un lunes; tan vulgar como exitoso me sentía. Como dormía con ropa puesta no había necesidad de mirar al ropero que tendía a ser un caos de transito en horas pico de alguna ciudad jugando a ser cosmopolita. Paseaba en el dormitorio buscando algún que otro freno a mi ansiedad e imitando una defensa para la invasión de los piratas-obreros del ese barrio.
Obviaba la voz de Humberto Rubin que comentaba sus malos chistes matutinos en la radio, y así quizás ganarse la sonrisa hipócrita de algún radioescucha, el ruido de la Pc se propagaba por las paredes del dormitorio, hasta perderse en tejuelon lleno de telarañas y sueños, a veces pensaba que carajo hacia escuchándolo? -después me motivaba la idea de que quizás ya estaba domesticado a su voz, ya casi como 5 años que lo hacia sin darme cuenta de ello, el equipo de sonido Philips tenia ya sus años, y un personaje de radio estaba dentro de el mas de lo que debía.
Atropellaba el marco de la puerta con un zigzagueante salto para huir del metro cuadrado con olor a dormida, jugaba a ser línea mientras me proyectaba entre el pasillo largo y profundo, siempre paralelo a mi propio temor de colapsar con la pared donde terminaba. Justamente allí, posaba un espejo empolvado donde mi figura se parecía mas a una gran mancha sucia en su superficie mas que una proyección humana.
Mientras desayunaba tomaba el pan y lo aplastaba, me daba cierta satisfacción y placer hacerlo, se convertía en un ritual sin fundamentos étnicos ni religiosos, pero contenían esa importancia, observaba al café diluirse en el agua ardiente sin despedida, era una de esas historias de amor donde dos en realidad se vuelven uno, como siempre, me salía amargo, como el amor. Todo tiende a tener el mismo significado con esos pensamientos perpetuos. El ritual se prolongaba cuando tomaba uno de los frascos de café, cocido u otro que contenga etiqueta alguna, recorría sus términos y elementos, sus combinaciones químicas y alguna que otra ventanita de información al usuario, entendía el 20% de lo escrito, pero me sometía a la aventura de conocer lo que ingresaba en mi organismo. Sonreía con falsedad. Como lo hacen los sabios contemporáneos, que creen saberlo todo, mientras no se despegan de la TV y la computadora personal y piensan que porque tienen mil libros en su biblioteca personal saben mas que Google.
Mi tiempo espacial en la mesa era escaso, anteriormente lo prolongaba mas, cuando ella estaba conmigo, es que me daba cierto gozo observarla con su camisón de florcitas diminutas turquesas, mientras preparaba su mate amargo y dispersaba en el aire su voz de porteña arrepentida, intentando hilar una conversación, era una amante del mar, así que mi tierra mediterránea no era lugar para ella, y quien soy yo para que deje de amar al mar.
Levantaba la vista y volvía al mismo sendero del dormitorio, repitiendo el paseo de la ida, pasaba enfrente a la ventana desnuda y cerraba las persianas, dejando atrás al aserradero, a los obreros, a las voces y sumergiéndome en mi sueño.
El día empezaba temprano con el canturreo del personal del aserradero que se ubicaba detrás de la casa, sus maquinas difuntas aun, desaceitadas y llenas de hollín proponían el inicio un día laboral normal. Solía observarlos desde mi ventana cuando pesaba la visualización de que formarían una flota de piratas queriendo invadirme con sus garras y filosas hojas de acero, con sus cables jugando a ser lazos, tomando como botín mis ultimas palabras pronunciadas en al noche anterior y tal vez la venidera. Sonreía después de imaginarme eso y discrepaba mi equilibrio mental repitiendo movimientos consecuentes de un lado para el otro con la cabeza, que adornada de cabellos encerados por la almohada entonando su veneración hacia el techo; no ayudaban a verme muy lucido, bueno, que se podía esperar si eran las 6 am de un lunes; tan vulgar como exitoso me sentía. Como dormía con ropa puesta no había necesidad de mirar al ropero que tendía a ser un caos de transito en horas pico de alguna ciudad jugando a ser cosmopolita. Paseaba en el dormitorio buscando algún que otro freno a mi ansiedad e imitando una defensa para la invasión de los piratas-obreros del ese barrio.
Obviaba la voz de Humberto Rubin que comentaba sus malos chistes matutinos en la radio, y así quizás ganarse la sonrisa hipócrita de algún radioescucha, el ruido de la Pc se propagaba por las paredes del dormitorio, hasta perderse en tejuelon lleno de telarañas y sueños, a veces pensaba que carajo hacia escuchándolo? -después me motivaba la idea de que quizás ya estaba domesticado a su voz, ya casi como 5 años que lo hacia sin darme cuenta de ello, el equipo de sonido Philips tenia ya sus años, y un personaje de radio estaba dentro de el mas de lo que debía.
Atropellaba el marco de la puerta con un zigzagueante salto para huir del metro cuadrado con olor a dormida, jugaba a ser línea mientras me proyectaba entre el pasillo largo y profundo, siempre paralelo a mi propio temor de colapsar con la pared donde terminaba. Justamente allí, posaba un espejo empolvado donde mi figura se parecía mas a una gran mancha sucia en su superficie mas que una proyección humana.
Mientras desayunaba tomaba el pan y lo aplastaba, me daba cierta satisfacción y placer hacerlo, se convertía en un ritual sin fundamentos étnicos ni religiosos, pero contenían esa importancia, observaba al café diluirse en el agua ardiente sin despedida, era una de esas historias de amor donde dos en realidad se vuelven uno, como siempre, me salía amargo, como el amor. Todo tiende a tener el mismo significado con esos pensamientos perpetuos. El ritual se prolongaba cuando tomaba uno de los frascos de café, cocido u otro que contenga etiqueta alguna, recorría sus términos y elementos, sus combinaciones químicas y alguna que otra ventanita de información al usuario, entendía el 20% de lo escrito, pero me sometía a la aventura de conocer lo que ingresaba en mi organismo. Sonreía con falsedad. Como lo hacen los sabios contemporáneos, que creen saberlo todo, mientras no se despegan de la TV y la computadora personal y piensan que porque tienen mil libros en su biblioteca personal saben mas que Google.
Mi tiempo espacial en la mesa era escaso, anteriormente lo prolongaba mas, cuando ella estaba conmigo, es que me daba cierto gozo observarla con su camisón de florcitas diminutas turquesas, mientras preparaba su mate amargo y dispersaba en el aire su voz de porteña arrepentida, intentando hilar una conversación, era una amante del mar, así que mi tierra mediterránea no era lugar para ella, y quien soy yo para que deje de amar al mar.
Levantaba la vista y volvía al mismo sendero del dormitorio, repitiendo el paseo de la ida, pasaba enfrente a la ventana desnuda y cerraba las persianas, dejando atrás al aserradero, a los obreros, a las voces y sumergiéndome en mi sueño.
soledad
Sentada sin lugar, hacia música
que inventaba un silencio
mas allá de lo audible,
permanecía quieta en su destello.
Su guitarra, su instrumento
que a su contacto exultaba
los misteriosos marasmos
de mil noches y un infierno
quizás, sus pasos son los que
abrazaban al mar, en medio del trueno,
de un desapercibido que profano el cielo.
Y Embriaga su vientre contra esa guitarra,
mientras reproduce su sueño y nos va leyendo un cuento,
donde sus manos relucen bajo la dulzura
del ultimo intento, cuando las cuerdas danzan
en el vacío del murmullo de recuentos.
el sonido era como el árbol
exponiéndose al viento, como el
hilo de un cometa que se enredó al aire
y que nunca llego al suelo.
Deja una frase abierta que va tragando nubes
Mientras su obsesión dejo de ser la orilla, para alejarse
En su imaginaria y noble travesía.
que inventaba un silencio
mas allá de lo audible,
permanecía quieta en su destello.
Su guitarra, su instrumento
que a su contacto exultaba
los misteriosos marasmos
de mil noches y un infierno
quizás, sus pasos son los que
abrazaban al mar, en medio del trueno,
de un desapercibido que profano el cielo.
Y Embriaga su vientre contra esa guitarra,
mientras reproduce su sueño y nos va leyendo un cuento,
donde sus manos relucen bajo la dulzura
del ultimo intento, cuando las cuerdas danzan
en el vacío del murmullo de recuentos.
el sonido era como el árbol
exponiéndose al viento, como el
hilo de un cometa que se enredó al aire
y que nunca llego al suelo.
Deja una frase abierta que va tragando nubes
Mientras su obsesión dejo de ser la orilla, para alejarse
En su imaginaria y noble travesía.
Diálogos de 00:00
Se perdió en la noche tacita,
encontrándome
en mis nubes de plata y ron.
Dijo calladamente –quiero ver tus gestos,
Y Observó, en busca de sus imágenes
dibujadas en cartón.
No sabía, que me alimentaba de ella
Vorazmente, Con cada palabra imaginada
Entonada de sus labios de cantora fría y delirante,
Sediento como esta pluma
Como el iceberg azul y el terciopelo.
Jugando a ser un punto en su cielo.
Profunda, ella, como el océano que se va perdiendo
en la oscuridad de su propia sombra
que nos hace común
en un minuto, en unas horas.
…Dijo calladamente –eres vanidoso con tono
Crítico y pertinaz,
Una sonrisa mía apareció y se disolvió en un quizás
Nombro: viernes; sábado; domingo, lunes y martes,
Y el canoro disonante lucho pataleando para ser como antes,
Y logro su libertad.
Para seguir, Dijo calladamente,
-quizás no me encuentres mas,
Y acabo partiendo desde el comienzo del final
Que la noche siempre quiso evitar.
el dialogo quedo en sus ojos inexplorados
y su paciencia ceso, ceso y con un grito
muerto me dijo adiós.
Dijo buenas noches y se difumino.
encontrándome
en mis nubes de plata y ron.
Dijo calladamente –quiero ver tus gestos,
Y Observó, en busca de sus imágenes
dibujadas en cartón.
No sabía, que me alimentaba de ella
Vorazmente, Con cada palabra imaginada
Entonada de sus labios de cantora fría y delirante,
Sediento como esta pluma
Como el iceberg azul y el terciopelo.
Jugando a ser un punto en su cielo.
Profunda, ella, como el océano que se va perdiendo
en la oscuridad de su propia sombra
que nos hace común
en un minuto, en unas horas.
…Dijo calladamente –eres vanidoso con tono
Crítico y pertinaz,
Una sonrisa mía apareció y se disolvió en un quizás
Nombro: viernes; sábado; domingo, lunes y martes,
Y el canoro disonante lucho pataleando para ser como antes,
Y logro su libertad.
Para seguir, Dijo calladamente,
-quizás no me encuentres mas,
Y acabo partiendo desde el comienzo del final
Que la noche siempre quiso evitar.
el dialogo quedo en sus ojos inexplorados
y su paciencia ceso, ceso y con un grito
muerto me dijo adiós.
Dijo buenas noches y se difumino.
Cuento de la baldoza
Como cuenta la hormiga que al pasar una de las aristas de la baldosa de 20x20 en busca de finiquitar el cansancio de devorar sus sueños a la que siempre estuvo subyugada, se siente envejecida ya que se dio cuenta al fin, de que había perdido parte de su existencia útil ocupando su tiempo a esas pequeñas cosas que nunca la satisficieron, a discreción va por el cruce a destiempo de sus colegas que la miran con descuido, hacia el encuentro de aquellas hojas cóncavas y convexas del pastizal que nunca vio, allá donde el viento sutil las hace danzar como si se tratase de un ritual de otoño. Pretende no dar tantos pasos seguidos para no dar tormento de su huida cotidiana, no por lo que dirán las otras hormigas, sino para sentirse mas segura aun de que el camino todavía no ha empezado. El perfume de la cera advierte el perímetro repetitivo de la eternidad material y ella lucha, lucha haciendo un poco de geometría plana y calculando la velocidad del viento cuando su presencia en la punta de una de las hojas se salga de los limites virtuales a la cual siempre estuvo reducida, colorea su imaginación dándole un poco de color verde a su sueño, a veces es amarillo otras azul, y ni que decir a las otras hormigas que encontraría ahí, con grandes vestiduras y robustas por la abundancia infusión de agua del manantial que hace de cordón umbilical entre el cielo y la tierra. Ha pasado mucho tiempo y las dilataciones superficiales que ha pasado la hormiga se han perdido en su cuenta por las repeticiones, confiesa su cansancio se torna confuso, inquietante sus ganas que martillan su cabeza invertebrada con las heridas labradas anteriormente, sus finas patas agujales titilan como el fluorescente que a su vez sirve como sol y luna al mismo tiempo, en ese mundo que en vez de reducirse tendiese a agrandarse cómo si el destino le jugara una broma lúgubre. se queda quieta ante la presencia norte de una alucinación de nubes y sol.
Crujiente se hace el viento norte al quebrarse con el roce que produce una pisada de zapatos negros, el miedo da vueltas sus ojos y la convierte en un producto de la forma y espacio perdidos, no sigue adelante por lo desconocido, da una media vuelta militar sin disciplina he intenta volver a lo conocido, a lo cotidiano, cuando otra pisada de contramano la hace contener en una baldosa insípida e incolora y sus tripas chillan cuando ella escucha como las hojas cóncavas y convexas la sonríen en la bienvenida de la muerte que le entrega un abrazo maternal... y sonríe.
se viene el cuento: el Paseo de la puta y el mentiroso.
Crujiente se hace el viento norte al quebrarse con el roce que produce una pisada de zapatos negros, el miedo da vueltas sus ojos y la convierte en un producto de la forma y espacio perdidos, no sigue adelante por lo desconocido, da una media vuelta militar sin disciplina he intenta volver a lo conocido, a lo cotidiano, cuando otra pisada de contramano la hace contener en una baldosa insípida e incolora y sus tripas chillan cuando ella escucha como las hojas cóncavas y convexas la sonríen en la bienvenida de la muerte que le entrega un abrazo maternal... y sonríe.
se viene el cuento: el Paseo de la puta y el mentiroso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)