ENSAYOS + POESIAS + CUENTOS + Anecdotas

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domingo, 30 de marzo de 2008

Domingo de pascua del 2008


Soborne al tiempo en una media hora de olvido, la noche se torna azul y criolla, un domingo santo del 2008 en silencio y soledad, de viento puritano y malos pensamientos, dispersados en el dormitorio con aroma a pinturas con los restos de diferentes tonalidades y acciones químicas inconclusas. Lo soborne con un par de monedas de oro sucio y un pañuelo de recuerdos anteriores que contenían lágrimas secas y rastros de desechos personales, como lo son las lágrimas en si y sus consecuencias fisiológicas durante su prolongada estadía, como quiso esa noche. Recordé a un Dios y sus rituales populares, y que todo era parte de un gran circo que siempre orquestaba el mismo repertorio, tocando el mismo instrumento, mientras un títere miraba el ventilador dando vueltas y gimiendo su compostura. Recordé al cigarrillo que entrelazado entre mis dedos moría, moría lentamente y que si pudiese contagiarme la muerte, ese era el momento. Recordé que daba mucho más de lo que recibía y que las tendencias de la moda son los que nos hacen ser o figurar lo que somos en la sociedad, que no importa mucho cuan bueno uno sea, siempre esta participando de las estupideces de ser catalogado por los demás, que los daños y prejuicios de antemano, son uno de los deportes mas practicados por los seres humanos, que la arquitectura es un arte impuesta al usuario y que se hace contenedor de almas insatisfechas donde la ciudad se ahoga en su mismo grito, que es dictatorial como la hipocresía maternal disfrazada en fines de semana compuestos de paseos y limpieza. Recordé lo harto que estaba de extrañar y rozar tus manos y que esta ausencia solo fulminaba cada poro perceptivo de mi ente, que el sepulcro es común para todos, que la muerte nos espera sentada en alguna parada de micro de esta ciudad vacía, vacía como los ideales perfectos de parejas perfectas, que cuando hablan de amor se sienten invencibles, y que al día siguiente todo desaparece, y el dolor se propaga por las venas hasta estallar en borracheras de despecho y noches sin sueños, que cuando todo acaba siempre hay un comienzo, y que los comienzos siempre huelen igual y saben a lo mismo. Recordé a Elvio Vera que se hospedaba en el sanatorio y supuse que se convertiría en un duende para poder venir a visitarme y así lograr que olvide recordar, en una conversación tacita llena de magia y argumentos literarios…de cafés en tazas chicas y humos de tabaco bailando en cabaret solitario, que sus palabras aniquilaría mi tristeza bajo una palmada de amistad.
Recordé al tiempo, ajeno a mi. Recordé que las tragedias se repiten en la constancia de la línea intemporal de la vida, y que mas que azar todo es decisión de cada uno, y que cuando uno desea 1+1=1, recordé las viejas latas de cerveza post cancha y las corridas buscando dañar al color contrario de turno, al éxtasis del grito eufórico del gol a los 45, y al abrazo que lo sigue con algún extraño de malos olores, y esa adrenalina que explota en mi cerebro al tirar una piedra a los agentes del orden “impúdico” Recordé lo poderoso que me siento cuando pienso en mis metas y sueños, en mis actos diarios para lograrlos, y recordé de que servían en una noche de domingo de pascua del 2008. Recordé que tenia muchas palabras que darte, muchas cosas que comentarte. Recordé la última poesía que escribí pensando que la eternidad se configuraba en un papel para evolucionar en un murciélago de mira telescópica revoloteando en el cielo opaco de viejas manías y costumbres ilusas. Recordé que todas las aguas terminan en el mar, y que los rituales de los cuales conversábamos nunca van a pasar, recordé como las añoranzas burlescas, penetran y pican el corazón desvalido de este hombre que quisiera difuminarse en alguna pared furtiva, recordé las conversaciones y raptos de las horas contigo, y las miradas secretas que congelaban al fuego y nos pertenecía como tal dueño, recordé la canción que habías prometido cumplir y el no cumplimiento de ella, que sonaba ya extinta para mis oídos sin ningún sentido o motivación motriz. Recordé la oportunidad perdida de irme a otra dimensión y de ser yo mismo, de recordar solo mi mano en soledad con el lápiz y el tenor italiano que retumbaba el bafle queriendo fugarse de el, como yo, de mi corazón. Recordé que la libertad es solo una expresión momentánea y que vivimos en una gran jaula de barrotes invisibles donde las torturas son tan constantes que creemos olvidarlas, en una noche de un domingo de pascuas del 2008.

HOY, SIEMPRE

HOY, SIEMPRE
Relámpagos que consumen al hito
Saber que en las sombras nace y crece una trova
Que con su silencio raspa el alma solitaria
De las figuras que se exterminan en mi mano
Y sus cenizas se esparcen en mi alma…
Como si supiera ya antemano

Que las flores de la primavera nunca llegan a mis
Bríos, que las tormentas son solo paseos unipersonales
en busca del diablo y la muerte, de vino y arenales

De las tragedias autóctonas antiguas
Y de una cámara fotográfica que llora
Imágenes en segundos, que la rueda sigue
En círculos y que el cuadrado se incrusta
En un polígono que intenta huir
De este dolor tan sucio.

Ya no recuerdo tus muecas ni tus besos,
Menos a que sabia tu aliento…
La soledad conquista al cielo perpetuo
Cansado en el acto de sermones inciertos…

Relámpagos como tus palabras de amor eterno
Desaparecen en conjunto al viento cuando yo aun
Encierro inútilmente tus gestos
y tu nombre hoy grita en mi piel,
se estampa en mi hombro algún amanecer

Que relámpagos consumen al hito
Las palabras pronunciadas ya no tienen sentido
Ya no creo en ellas.
Ya no creo en tus pasos junto a los míos
En esos paseos donde lo mas pequeño
Parecía el abismo.

jueves, 14 de febrero de 2008

buscado..

... Luna ascendente...
Mi irriga il tuo sapore di bambina di mare
E costruisco il sapore della tua bocca
Sotto la pioggia dei tuoi capelli
Che brillano come il metallo dell sole

So che la distanza ferisce
So che senza toccarci
La luna sí nasconde nelle notti
Ma scendo la pioggia dai tuoi capelli

Costruisco il sapore della tua bocca
E mi trema l'anima
sentendoti di nuovo.

Vieni con me, perche
questa fiamma ti appartiene

mia piojita piú bella... tè strano...
moltooooooooooooooo




Colores, son como los gestos, cuando llenamos de colores nuestro organismo se tiñe de pigmentos que se pierden en la luz de la ciudad que no los observa, los deja así, en la bruma del tiempo inevitable e imperdible, en la razón cotidiana que nos hace vestir de negro y blanco, en la rutina de la forma y contorno, muta en una parte del cielo, buscando tener un nombre y un lugar.




















La luna ascendente
Me riega tu sabor de niña de mar
Y construyo el sabor de tu boca
Bajo la lluvia de tus cabellos
Que brillan como el metal
Se que la distancia lastima
Se que sin tocarnos
La luna se esconde en las noches
Pero bajo la lluvia de tus cabellos
Construyo el sabor de tu boca
Y me tiembla el alma
Al sentirte de nuevo.

ENSAYO. LOS PARAGUAYOS PARA EL FILM DEL MISMO NOMBRE, festival internaciona de cine.asuncion 2007

YVY MARANE’Y REJAVO”
EN BUSCA DE LA TIERRA SIN MAL

El sonido de su tierra trasciende la prodiga naturaleza risueña y de nostalgia, quizás preña sus rasgos impacientes de bosque que huye cesante, cansado, rozando las palabras, transmitiéndolas a través de una literatura oral fundamental: su lenguaje, su música, su danza y sus rituales que esquivan la evolución como su raza misma. Principios quizás fundamentales para la aproximación límpida de un inicio o algún final. La perseverancia de los lazos pluriculturales y la vigencia de su bilingüismo como su contrastante actitud y fiel arraigo, lo mantienen en la plenitud constante.
Los guaraníes asignaban su “Ñande tekoha” -el lugar donde somos lo que somos- el paraguayo es lo que es en su tierra, lanza las redes de su historia apropiándose de su contenido. Su modo de ser es la trama que sigue la esencia del ser humano, de su actuación sobre la tierra y el sentido de su existencia.
El ñe’e o palabra individual se concentra en la historia divina de la creación en el mundo guarani, una etnohistoria de sentimiento, de pertenencia, la lengua como elemento de identidad y aislamiento se mantiene en la cosmovisión popular dentro de sus profesantes hasta hoy día.
A pesar del camino trillado, la rebelde grandeza de su historia, se reinicia en el interior de cada paraguayo sea cual fuese su lugar atemporal. Quizás alimentada por la utopía de creer en un grado suplementario de libertad y gracia, de fervor y añoranza, de ese pequeño toque nativo que nos une con la conciencia guaraní: la esperanza por el pasado y la esperanza por el futuro, olvido del presente, que llega hasta unos límites corpóreos incandescentes y tiende a finalizar en una realidad donde los alcances perceptivos se evocan en lo más hondos gestos impredecibles. Implica una catalogación momentánea de su lugar en el mundo, su escenario como latinoamericano, apoyado en la plataforma que establece símbolos y normas tan espontáneos como tradicionales, una conciencia colectiva de obediencia y servilismo, un vasallaje tanto económico como político, quizás para ganar la adaptación servil, que es para muchos la salvación. La opresión ocurrida durante el periodo de 1954-1989 fue quizás la época de adormecimiento de la mente del paraguayo, simulando ser participe de un estado oligárquico y autoritario, con armas en mano e inventando un terrorismo intelectual que fundamentó el éxodo de manifiestos individuos hacia el exterior. El resurgimiento de la libertad contribuyó al rigor de un paso a la modernidad sin contar con revolución industrial, a un paso lento y casi imperceptible.
El paraguayo vive en sus pensamientos, vive y convive dentro de ellos sin afrontar una realidad única, vive la esperanza de un paraíso reinventado, convive con la desesperanza de los atentados políticos presentes, que dan pábulo para rebuscar un Mesías o Salvador, la solidaridad disfrazada, la solidaridad espontánea, la decepción, el amor, la familia, su ruptura resistente, la pujante migración obligada hacia tierras nuevas, en busca del bien económico, y la creación de colonias lejos de la esencia que nos unen sin parentescos, solo por el hecho de ser paraguayos. Sea cual fuese su lugar, su aislamiento como su expansión dependiente es la aguja que hila tácitamente sus vínculos.
Desde sus ímpetus por redireccionar palabras (mensajear, llavear) y significados hasta el de crear espacios multiformes (bajo un arbol, una vereda) el lapso de un segundo al otro se convierte en un ente compartido Y prolongado, las incesantes rondas de tereré, el de estar en el tiempo, quizás la amistad del estar “nomás ” es quizás la expresión nata de la poesía del movimiento suspendido en sus imágenes cotidianas, de la chipera a la burrerita, del campesino al oficinista y del ser urbano que intenta convivir en ciudades sin rascacielos.
La mujer apasionada es su bastión más afanoso, quizás comparativa con el Mburukuyá -flor Pasionaria, la flor nacional de la República- verdadera reina de esta selva milenaria que imparte las condiciones generalizadas en islotes de identidad y cría hijos de oficio, vierte el valor y la resistencia sin dejar de lado la exquisitez de una dama en sus mas amplios sentidos rebuscados. Su lugar en la sociedad paraguaya ha marcado una línea de amplias transformaciones, no solo en el área rural y urbana, sino hoy día, en el exterior, mediante las migraciones masivas de las mujeres paraguayas que postulan una nueva etapa dentro del marco cultural-social a un mediano y largo plazo dentro de la sociedad.
Paraguay es quizás el lugar en el Universo donde Mbo’y –ritual- es parte de todos sus ciudadanos en un instante del día, para mestizos y guaraníes, para originarios como extranjeros, los sueños tienen su vivencia propia, porque el paraguayo vive soñando con una vida mejor.
Todos los originarios de esta tierra tendemos a ser un Ireneo Balbuena, una Eugenia Acosta o una Tuni Chilavert, es la magia transparente que recorre los pulmones de cada uno de ellos, viajando sin tregua y recorriendo sus sentidos hasta consumir otros, es el aire que nos impone la misma esencia de ser paraguayos. Es una Tierra generosa de tantos espíritus hambrientos de crítica, de tantos espíritus hambrientos de expresiones nuevas y caracteres renovados, sin olvidar sus raíces y sus manías de pueblo como resignado a ser heroico.
“Los paraguayos” suscita ese paseo mediterráneo de sensaciones, de aspiraciones y comprensiones, de defectos y virtudes. Es el paseo en la búsqueda de la tierra sin mal.

“Por la tierra sin mal,
Por ella, que es pensamiento, dignidad, fuerza,
Por ella, por quien vale la pena vivir y morir, porque encierra el pasado, el presente y el porvenir soñado de los paraguayos.”

domingo, 3 de febrero de 2008

soy politico soy traductor... y me llamo nicanor.

poesia lirica... titulada MI NOMBRE ES NICANOR.

Mi nombre es NICANOR y hablo como tal,
Soy el tenor que ha de salvar, a los burrazos
Que me siguen con petardos al sonar…

A los más entupidos produzco ilusión…
y uso a Blanca como pantalla de televisión
así las mujeres mas tontas se enamoran de este
ente, que vive del fraude y la extorsión…

Mi gente es tan berreta tan idiota y tan contenta,
En mis discursos digo Aaah! Y antes de empezar,
Ya se mean encima más de un par…

Mi nombre es NICANOR, y hable de prosperidad
Cuando prometí que desaparecerían las 4x4…
No comente que nacerían los carritos de a cuatro,
Y que aumentaría al 100 % la miseria del campo…


Mi nombre es NICANOR mi diploma es el verso
y en eso soy un maestro,
Como EN la universidad de la corrupción
cuando sin compasión, vacío las arcas de esta nación…
y sonriente digo que gran VALOR…

mi nombre es NICANOR y la gente me idolatra
OHH que pueblo este, el cae siempre en la trampa…
Mientras yo y mis cómplices nos llenamos
Hasta las narices de su plata...

Soy tramposo como la noche, y Cale
Mi fiel amigo de cabaret, González y Bernal
Son las vedettes, de este show, mal llamado
país del revés, si es un pais de maravillas
y lo moldeo como quiero como a la arcilla…


mi nombre es NICANOR y me falta clase y ambiente
Y Sin aprontes de varón
Soy siempre el más bocón
Y mientras más miento
Más me siento dueño de la nación

Mi nombre es NICANOR y ya encontré la solución para la inflación
Mandarlos a todos a vivir al exterior
Allá donde todo es lindo y hay un mundo mejor


Mi nombre es NICANOR y patriota soy, y cuando digo banca rota
No me refiero a mi correli que siendo todo un burro se compro el ultimo modelo
y una casa quinta en ypacarai
.
SOY NICANOR el tendota de mi nación, y a la “trucha” ovelar
Hare resaltar, con mentiras e imágenes
Sin dando al margen a aquel que no quiera obedecer
A este fruto del poder que siendo sincero, es lo que
Me produce el mas hermoso placer…




jueves, 10 de enero de 2008

paseos de ciudad

PALMEANDO

Un frió seco según el cartel luminoso desgastado sobre la calle Palma, unos 4 grados desvelada su propia tristeza compartiendo zaguanes repletos de personas perdidas entre el cartón húmedo de alguna televisión de pantalla plana de 32 o mas pulgadas. El silencio era agudo, como el sonido de la tiza que chilla en sus encontronazos con la pizarra desgastada y repintada mil veces en alguna escuela publica de Asunción. La calle estaba serena y emputecida, tenía ganas
De paso en paso observé a un sereno chispear cerca de un brasero recién adquirido recargando un mate improvisado, de unos 30 años, vistiendo ropa oscura y queriendo imponer cierta bravura y miedo a cada persona que quisiera trasportarse a su principado, sus líneas limítrofes eran indudables, y señalaba como conquistadores a los desconocidos que se adentraban en sus dominios temporales.
Reí evidentemente no solo gracias a la escena que me sedujo, sino también al gran grado de alcohol que estaba hirviendo en mi sangre después de una de esas noches de vodka y palabras, de enojos y sonrisas, dado que el punto de fuga de la calle yacía hacia Colon se podía observar las luces de los bares y automóviles con sofisticados aparatos mp3 mp4 o mp21 que repetían la misma canción de moda, mujeres-relámpago que desafiaban al frió con poca ropa y que provocaban a sus acompañantes de horas con bailes de movimientos de caderas y vientres endemoniados, la frecuencia del vaso era constante. Palmeaba (exprimía cada baldosa de las veredas de la calle Palma una y otra vez, en ida y vuelta, interminable) con noción de olvido de la hora, buscando refugiar la vista en calientes focos de propagandas muertas y marcas internacionales que agitaban el clamor de una sociedad que proponía ser mas consumista, tan realizada, de vez en cuando se cruzaba en mi camino en la vereda paralela un par de la Policía Urbana Especializada, observando detenidamente mi vestidura y tratando de cazar como águilas de campo el modelo de mi teléfono móvil para así llegar a la conclusión de que soy mas una presa que un cazador nocturno, arremetí un saludo discreto y con un cierto grado de respeto levantando la palma de la mano, y vociferando en silencio un buenas noches seco para que no sea tan evidente mi estado de embriaguez.
Recorría la perspectiva de los edificios, y jugaba a acariciar las líneas y curvaturas superiores, inalcanzables quizás, tan neoclásicas, de molduras exuberantes y de figuras angelicales, como formadas a propósito para que vean que debajo de ellas es dominio de los demonios humanos, de los miedos arraigados al paseo que busca adrenalina en calles de nadie. Los muros de los edificios se adentraban hacia el interior, tenía esos efectos de desvirtualizar el muro para convertirlo en un tejido frágil y dócil al movimiento. Los colores tan contrastantes, solicitaban una competencia innecesaria por imponerse en la urbi. Me fascinaba los ventanales enormes y puertas hechas a una escala monumental, donde no importa en realidad el tamaño del mueble que ira adentro y pensaba donde había quedado la arquitectura paraguaya si existió alguna vez la arquitectura paraguaya.
Había veces que el silencio se rompía con el estruendo de un tinqui tinqui tinqui tinqui de alguna camioneta vía Iquique tuneada y calcomanías de políticos oficialistas con varios jóvenes azorados colgados por las ventanas buscando desafiar a las putas que yacían en las esquinas luchando contra el ardor del frió, sin antes increpar mi paseo nocturno tan anormal para ellos, lanzándome una de esas botellitas de cerveza de 500cc, lejos obviamente del objetivo, terminaba, quizás me habrá visto doble o triple, como yo a la camioneta.
Encendía un cigarrillo cuando observaba al humo enredarse al contorno de los árboles exuberantes de la plaza de los Héroes, y me aniquilaba la idea de que porque seré el único que contempla tanta belleza estática, tan común tan desapercibida. Llevaba una bolsa de polietileno negra donde reposaban dos latas de cerveza nacional, las había adquirido de esa forma, tan peculiar de empaque, en un panchero ubicado entre Estrella y Nuestra Señora, de un hombre quizás con cara de noche, de nombre Ramón, casado y de unos 40 años, hombre tosco y recio, pero muy buen conversador. Recuerdo que momentos antes se detuvo un Mercedes “faro redondo” que fue llegando metros antes de la ubicación del carrito ya con la luz de stop encendida y bajando la ventana del acompañante, tan automatizado como evidente.
Ramón había quedado hablando con el personaje del Mercedes, y yo bueno, esperando tratar de calmar un poco la sed que me nacía de tantos pasos sin destino, tuve una conversación un poco extraña con Ramon luego, empezando con la inconsciente palabras que tal la noche y sus desmanes que son una de las cosas que nos fascinan a los habitantes de ella. Después siempre desembocaba en el popular achinjaranga de las situaciones económicas del país como el de la familia, casi como buscando que el destino era el promotor de tales cosas mas que las decisiones propias de los humanos.
Retornando a mi paseo pasaba por las paradas de los taxis, que andaban agazapados en sus asientos correspondientes con las manos en las llaves y llaveros raros, en autos que tienden a ser como los Transformers pero por su gran facilidad de desarmarse, dormitando los taxistas mientras la radio de la central aullaba la palabra –se solicita móvil shhhhh, creo que había una concentración un poco ilógica en las paradas de taxis y en el numero de vehículos acurrucados en el centro, ya que solo andaban por ahí las putas, los guardias y yo. Y precisamente yo no los utilizaría.
Me detuve frente a una vidriera de un local de ventas de calzados, observaba uno que otro modelo que sea de gusto personal, aunque me dio pábulo utilizar a mi imaginación para transformar un poco la realidad, entonces noté aquellos calzados que nunca utilizaría, no solo por une cuestión de gusto o estética, sino que por mi identidad sexual claramente establecida y la fantasía me traslado a un desfile de modas en largas pasarelas alfombradas en algún shopping donde yo era la top protagonista
Es notable como la fascinación hacia la tecnología lo cuelga a uno, el deseo de tener uno de esos aparatitos extremadamente complejos con sus libros de instrucciones de 100 hojas y en 20 idiomas, La tecnología si bien se imponía en los negocios de la calle eran siempre iguales, pero en cada local uno configura su deseo y lo alimenta. se concreto el paseo con una conversación con un cartonero de edad similar a la mía… la profesión del progreso… de la modernidad, con su carrito tuneado con cd’s sin uso y plásticos reciclados, que suele oler el miedo de las personas cuando el se acerca a sus basureros, cuando el simplemente comenta que es de extravagante profesión como los politicos mentirosos que le habian comprado la cedula en las elecciones pasadas, una leccion que nunca su estomago pudo olvidar

domingo, 16 de diciembre de 2007

noches de soledad-serie

En el vasto cielo tintinean
los tristes versos

En mi pecho el hueco del
poema del adiós y el final
quedan fotografiados

Llevan al temor, a mucho mas
al encuentro con la muerte
al cantar,
se prolonga
en un sutil despertar

No entiendes nada en realidad
no me debes nada ni en la
prosperidad

En el vasto cielo suenan
los tristes versos

Huye de mi tiempo mi buenaventura
nunca perdí nada sin antes postrar
mi bravura

Que silencio convence al mar
me siento en la orilla escuchándome
confesar.

A tu adiós, a tus pasos, que sucumbieron
Un amor que nunca tuvo lazos de eternidad.


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Tan triste el recuerdo de escuchar
tu voz de artemisa

tan difícil olvidarte en mi sumisa
camisa de ñandutí negro y sal

ahora que estas de mi tan lejos
aun solo ya callado el pecho.

Invoca los recuerdos de ese
Murmullo tuyo viejo.

Que abandono la sonrisa
Por la penumbra y el sabor De tu boca se perdió en la llanura

parte2

En uno de esos días tropecé con el anciano en su búsqueda, y este, aulló al presionar los dedos de sus pies con mis zapatos de gamuza beige como las paredes de la librería, obviamente quede a palmearlo por la espalda mientras arremetía contra mi mismo por ser participe de ese accidente, en voz alta tratando de humillarme para que el librero quede satisfecho, pero en el fondo no importaba mucho ni el pie del anciano y mucho menos humillarme repitiendo que tonto soy.
Salía buscando su aire, ya sin esperanzas de encontrarla en la playa que se volvió calle, respiraba al invierno, confuso y sutil. Fui caminando tomando el camino mas largo a casa, imaginándome su rostro en cada faro del alumbrado publico, cruzando avenidas y calles perdidas, como inventando ciudades y a sus habitantes.
Al llegar, a la casa, frente a la puerta, sentí el zumbido de la realidad que me descoloco en las persianas semi abiertas mirándome desde adentro, y se abrió sin darme cuenta, cuando veo a Soledad, decir

-Te llame, y no respondiste, como siempre.

Con las manos en la cintura y vestida con el camisón azul con flores amarillas, solía ocurrirme que la imaginaba en medio de un circo haciendo piruetas para viejos verdes, que tiraban billetes de 10 mil en busca de su satisfacción visual.

Respondía generalmente con paciencia y de un tono de voz amable y sumisa.

-Es que venia en el 23 y no escuche, mi vida
-Esta bien mi sol, confesaba con complacencia.

Solía seguir prontamente con un beso lleno de pasión mas que de amor, ella sabia que en noches como esas convertíamos el dormitorio en un campo de batalla, en una lucha de a dos, sin tregua y sin descanso, en mano a mano sin ellas, convirtiendo la cama en el ring principal, pero no en el único. Creo que por ello nunca me ha puesto entre la espada y la pared con respecto a esa rara manía que tenia de desaparecer ese tiempo. Quizás estaba satisfecha corporalmente más que emotivamente, quizás estaba como yo, y ella también tenía sus momentos de disolución de esta relación intrépida y sensualmente feliz por fuera. No es que no la quería, la admiraba, era hermosa y una buena madre de clase media, pero no satisfacía las inquietudes de mi corazón, si lo hacia en la cama.
Generalmente después de hacer el amor con Soledad, nombre del cual su madre se había arraigado después de haber tenido una decepción amorosa en la década de los 70 cuando el auge de los hippie y el boggie andaban correteando a escondidas por las calles de la Asunción “de naranjos y flores”, de caperucitas rojas y grupos esporádicos de comunistas leninistas. Comía, si, el hambre era una de esos placeres post-orgásmicos que tenia, eran varios pero este era como el de mas intensidad. Me sentaba sobre el mueble de la cocina viéndola prepararme algún que otro sándwich de tomate y queso con la camisa azul marino que había usado en mis horas laborales que tiernamente fue transmitida hasta ella para que los vecinos no notasen las pecas de sus senos, su piel irradiaba la suavidad como hecha de seda y tulipanes rosados escondidos celosamente en jardines occidentales, con sus cabellos húmedos caídos hacia la frente, se veía tan sensual, tan mujer.
Retuvimos mucho la transmisión del calor de nuestros cuerpos así que el frió ya no luchaba en adentrarse en nuestras médulas. Compartíamos ese momento mientras ella tomaba un vaso de agua de la canilla, mirándome, hablándome con los ojos, llenos de deleite. Sabíamos que todo se reduce a unas horas a un poco de pan, a la luz que ensucia el amanecer en el secreto del silencio que envuelve las escasas razones, los pequeños infiernos. Los días eran recurrentes a veces, jugábamos a ser una familia sub. Urbana en meriendas y cenas con amigos y sus parejas correspondientes, vaya, que eran cenas, donde dominaban mas vinos y cervezas de diferentes marcas, nacionales e internacionales que comida, terminando peleando y deseando a la mujer del otro. Gracias a la apertura de los sentidos por medio del alcohol.
Ahora bien, el rostro de Maria era la que dominaba todo el circuito de mi mente, a pesar de esos momentos de ensayo de familia en una escenografita compuesta y casi sofisticada. Los fines de semana eran eternos, no sucedía como ocurre con muchos paisanos míos citadinos, que lo único que deseaban era que el fin de semana se prolongue aun mas para reforzar los instintos carnales y viciosos, a veces en el afán de reposar por un rato mas y despertarse a las 12 del medio día para frenar lo cotidiano, lo robotico, yo deseaba adentrarme a un vulgar lunes y saber que de allí en mas tendría mis encuentros clandestinos durante 4 días mas con ella. Ansiaba el mar de micros y personas sudorosas que aromatizaban el ambiente en un javorai de perfumes falsificados y a cuerpo. SAbia aun que el sentimiento que me ubicaba junto a ella era solo el hecho de pensar en ella, y que nunca, el destino nos uniria en aquel paseo por la playa paradisiaca del Pacifico. quizas en algun momento fuimos uno, pero no era suficiente mis reverencias hacia ella para seguirla y hacerla volar.

con todas las letras-cuento.parte1

Librería con olor a viejo, titila el hábito cortesano de sus invitados, colados, como el fluorescente del cartel de la calle, que caía muerto, que ironía, era un julio frió, donde la gente usaba la única campera gruesa de corderoy comprada en verano, en alguna liquidación de shopping, tal vez para algún viaje hacia el sur que nunca tuvo salida, o simplemente para rellenar esos espacios vacíos de ropero y profesar a tener más. Volaban estáticas bufandas prolongadas, multicolores y pavorosamente gruesas que formaban parte del cuerpo trepadas como serpientes vivas. Ingrese tácito como siempre a la Librería, en realidad siempre ingresaba como fantasma a las tiendas y lugares públicos, espiando y jugando a ser espiado, mis pasos eran consecuentes y parecía siempre saber hacia donde iba, cuando en realidad, era que me encontraba perdido desde el cruce de los detectores antirrobo y guardias de seguridad.
Escondida entre las paginas amarillentas de los libros de compra-venta posaba como estorbo, Maria, una chica risueña y fina, de cabello castaño y lacio, que leía a García Márquez en la misma plaza a la misma hora todos los santos días, y en los endemoniados también. Sobre ella posaban pósters de ediciones de la década del 50, alguna que otra foto ya despintada de algún héroe de guerra, frases fanáticas de lectura, y sus consecuencias, acompañadas por caricaturas de escritores latinoamericanos que nadie conocía por rostro. Vestía formalmente y de colores oscuros, cualquiera diría que era fanática de alguna de esas iglesias llena de tarados esquizofrénicos que ven un punto en el cielo y en masa se prenden fuego.
El librero era un hombre anciano que propagaba aroma a polilla y masajeaba una esfera de goma amarilla que lo ayudaba a circular la sangre por su ya desbastado cuerpo insignificante, bueno a todos nos tocara. Solía darme cuenta de cómo miraba a Maria, con desconfianza y de reojo, con placer y sometimiento. Sentía celos. Maria rozaba sus manos buscando encontrar la energía de los libros sin descubrir sus palabras impregnadas, olía siempre a libros y a papel de arroz, exquisita, de una mirada tiernamente conmovida por la ultima novela de amor que posaba todavía en su cama de sabanas blancas y ositos de peluche, quizás su única compañía desde hacia ya muchas noches. Sus movimientos parecían practicados y perfeccionados, desde el de sus dedos finos como agujas hilando las hojas de papel, hasta el de sus pies que jugaban al tobogán subiendo y bajando, con un estruendo aparatoso del cartílago del tobillo, le producía cierta satisfacción, se notaba que era el único deporte que practicaba.
Yo parado, detrás del escaparate con la misma revista de ayer, intimidado por los libros gruesos y discos de vinilo que ni el mas sordo de los hombres escucharía, no porque eran de malos autores o por su contenido, sino porque su calidad se había diluido en el tiempo de evoluciones tecnológicas, tenia el mp3 encendido en el bolsillo que gritaba su presencia entre mi pulóver azul marino y mi bufanda negra, repitiendo el eco de la melodía del chill out retorcida con tango y blues.
Solía ocurrirme que siempre parado allí, en ese metro cuadrado perpetuo, “sonaba” el teléfono móvil agitándose entre mis piernas, siempre a la misma hora, siempre la misma voz, y siempre la misma respuesta, el mismo tono, el mismo buzón de voz. No contestaba por temor a encontrar la atención de Maria, era feliz en esos 15 minutos de transparencia, disfrutándola. Además que era caer en un recurso fácil para que me observe, aunque siempre se me batían los músculos del muslo y era una sensación desagradable para la ocasión y el momento mágico.
En momentos solíamos cruzarnos la mirada, y mi corazón se aceleraba como pique en Aratiri y no solía frenar en las curvas, quedaba perplejo y anonadado, encantado, desviaba la mirada hacia la misma revista de ayer, tan aburrida tan desapercibida y volvía al punto de partida. Conquistaba las pocas palabras que asimilaba dibujando con los ojos la figura de Maria, su rostro sus manos sus pies. Como un ñandutí azul tejía mariposas alrededor de ella, la hacia flotar de entre los libros y recordaba el mar que yacía desde hace tiempo en mis recuerdos y que absorbía el invierno aparente de la calle trasladándome a alguna playa paradisíaca del Pacifico, tomados de la mano, Maria y yo. Despertaba con el chasquido amorfito del librero, y con los ojos para adentro discrepaba el hecho de hacerlo de esa manera, y cazaba con la mirada todo el perímetro de la librería, cuando denotaba el Plas! de la puerta de ingreso. Y la ausencia de Maria.

martes, 11 de diciembre de 2007

introduccion al Paseo de la ... y ...

introduccion al Cuento El Paseo de la ... y ....
Pagina 98
2008

"surget et ambula"
mas vulgar como exitoso.


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toc toc...
canto el miercoles...
Amor?


tus mismas sensaciones se perdieron
cuando diste vuelta en el cielo...


tu mismo puerto se mudo de orilla...
y pretendes que te busque
mirando desde una escotilla...

ahora resulta que soy yo
el dueño de tu desgracia...
sin que tu misma gracia
sea la protagonista...
de tal falacia.

Mientras las arenas de la playa cambian
cambia el corcel y el atardecer..
cambia el ego y el mundo entero...

su ego mayor fue la importancia
y se olvido luchar por lo que
era su vestidura... que en realidad
no le importaba una verdura.

Palabras de otros la convencieron
y como tantas cosas sin lazos fueron
a parar a la basura y a una esquina
de cartonero.

mi fuerte es el tiempo y la notable
configuracion de tus palabras
ya no existen, quizas prosiguen
en una vuelta carnero.

hoy ya mis manos
son frias a tu tacto...

tomate un pacto con tu nuevo hijo
y marido, riete en estas rimas
que dejan de serlas cuando uno
las imagina.




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